En estos días excepcionales de crisis en los que la sociedad está al límite, estamos descubriendo lo mejor y lo peor de la especie humana. En situaciones extremas, afloran actitudes miserables, pero, sobre todo, estamos viendo lo mejor de las personas y los colectivos.
En este contexto, la empresa privada está jugando un papel activo y, en ocasiones está reaccionando por delante de las iniciativas públicas. Hoy ganan relevancia las “empresas con propósito”. Es el momento de pasar del “decir” al “hacer”, de elevar la Responsabilidad Social a principio en la gestión empresarial.
Es el momento del activismo empresarial, como lo ha denominado Isabel Perancho, consultora de comunicación y Vocal de la Asociación de DIRCOM España.
Muchas empresas han entendido la importancia de poner a las personas en el centro de su estrategia, comenzando por sus propios empleados y poniendo al servicio de la sociedad su capacidad y su potencial, más allá de la preocupación por su propia supervivencia (ese es otro capítulo). La mayoría de las organizaciones empresariales han entendido la importancia de la solidaridad y la responsabilidad en momentos de crisis.
Inditex o Telefónica son algunas de las grandes corporaciones que se han puesto al servicio de las autoridades. Destacar también, el ejemplo del sector de los supermercados que está trabajando con denuedo en este momento. Cristina Joven, responsable de Relaciones Externas de Auchan (Alcampo), con sede en Zaragoza, comentaba por correo: “Lo que estamos viviendo estos días en una empresa como la nuestra no tiene descripción. Somos un servicio público. No somos sanitarios y mis compañeras y compañeros se están jugando la salud estos días para que la gente pueda ir a comprar. La empresa está volcada”.
La hora de la econonomía colaborativa
Pero también las medianas y pequeñas empresas han tomado conciencia y han pasado a la acción. Hay multitud de ejemplos de empresas aragonesas, alguna incluso en trámites de ERTES, que ponen todos sus recursos al servicio de la ciudadanía. Están aprendiendo a saber qué es la economía colaborativa. A saber: el gremio de los taxistas para traslados urgentes, pequeñas empresas de tecnológicas para soluciones de teletrabajo, modistas para la confección de material sanitario, pequeños comercios al servicio de sus clientes de toda la vida… Son tantos, que prefiero no nombrarlos, porque sería una lista innumerable.
Después de la crisis, vendrá el momento de contar las bajas y del análisis económico. Y de sacar consecuencias. Pero, en este momento, ya podemos anunciar que ha cundido entre nosotros el “activismo empresarial”. Esta actitud será importante a la hora de recuperar el pulso de la vida.
Este artículo es un pequeño reconocimiento a las buenas prácticas empresariales, que abundan en nuestra comunidad autónoma.