Paco Bocero centra los valores de la empresa de siempre; que antes de la IA, que también, precisa de un reconocimienPaco Bocero centra los valores de la empresa de siempre; que antes de la IA, que también, precisa de un reconocimiento nítido y alineable.to nítido y alineable.

Y si la IA fuese a comer con el cliente … Por Paco Bocero.

Francisco José Bocero De la Rosa. Periodista y DIRCOM. Economía Estratégica e Institucional.

Escribe Antonio Rivero en esta edición andaluza de ExtraDigital un texto certero y preciso sobre el impacto de la IA en la comunicación corporativa y refleja la cotidianidad en la que se mueve nuestro trabajo en las empresas, con la mirada repartida entre el presente continuo, el futuro inmediato y la planificación constante en un mundo de aceleración tecnológica tan apasionante como imprevisible. 

Lees el texto y coincides y aprendes -siempre se hace, aunque se exponga una evidencia- y resuena, repentino, el contrapunto ambiental: las empresas y sus beneficios, las empresas que nunca han vivido tan bien como hasta ahora, las empresas, causantes de la inflación, las empresas, en definitiva, como responsables de la caída de la renta per cápita de los últimos años, de la mayor tasa de paro juvenil de la OCDE, de la proverbial falta de productividad de la economía española e incluso, a un telediario estamos, de responsabilizarlas también de la condonación de parte de la deuda de una administración autonómica cuya calificación como “bono basura” es inapelablemente reveladora. 

Resuena este contrapunto ambiental en un país en el que la inmensa mayoría de las empresas y las iniciativas empresariales tienen un tamaño sensiblemente menor que sus homólogas europeas y en el que la educación emprendedora apenas traspasa la condición de reto de dimensiones homéricas, máxime cuando el debate de la preminencia pública en la actividad económica y social reabierto tras la pandemia, no busca, por desgracia y sin caer en los mantras, la mayor y mejor cooperación entre lo colectivo y lo individual sino expandir la idea de que no hay más cera que la que arde y debe ser repartida para que vivamos mejor

Casilla de salida

Así, volvemos de nuevo a la casilla de salida, cuando la gran mayoría de las empresas y las iniciativas empresariales se mueven a años luz de este debate adanista, y buscan su lugar en un mundo cada vez más competitivo y realineado en sus parámetros globales. Cuando lo más sensato sería apoyar, facilitar e impulsar la actividad empresarial y ampliarla al máximo posible, la nueva –vieja– doctrina habla de las empresas como si el Ibex 35 fuese el SP 500, ¡ojalá!, y el conjunto de nuestro tejido productivo un silo de beneficios inacabables. 

Mientras tanto, hay un sinfín de empresas y emprendedores comprometidos con la innovación, la sostenibilidad mediombiental, la igualdad, la mejora tecnológica y la búsqueda del talento y son plenamente conscientes del valor de un cliente satisfecho, porque buena parte de su rentabilidad -económica y reputacional- descansa, precisamente, ahí. 

El camino y el empedrado

Por supuesto que les queda un enorme camino, mejor dicho, potencial, de crecimiento y mejora -por fortuna- y por supuesto que hay ejemplos que no son precisamente ejemplares, como ocurre, por ejemplo, en las mismas administraciones o en cualquier otro colectivo profesional y social que conforma el ordenamiento de nuestra sociedad. Pero cuestionar sus fundamentos, por muchas buenas intenciones que se tengan, supone cuestionar ese mismo ordenamiento social. Aquello del camino y el empedrado.

En definitiva, mientras lidiamos con la IA y trabajamos con las herramientas que nos permiten mejorar la comunicación de las empresas con la sociedad, entre otras muchas cosas más, (la conversación pública, el alineamiento de valores y propósito, el apoyo estratégico, la confianza y la reputación, etc), con la mirada puesta en un mundo por descifrar, resulta paradójico que los dircom asumamos todavía el viejo papel de activistas de la Empresa y los Emprendedores (mayúsculas obligadas) para recordar que, la gran mayoría de ellas y de ellos, ni son ni viven como cuenta el imaginario del colectivismo igualitarista. Ni siquiera a Chat GPT Premium se le ocurriría algo así. Bueno, nunca se sabe. 

Y, querido Antonio, no sé yo que podría pasar si la IA fuese a comer con un cliente. Mejor lo imaginamos nosotros, comiendo…

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