En la antesala del 8M entrevistamos a mujer directiva, Keka Alcaide. Madre y empresaria que compagina su labor directiva en El Correo de Andalucía con la gerencia de Dircom Andalucía.
La evolución de la comunicación ha transformado los medios de comunicación. ¿Hacia dónde va la prensa?
Creo que la historia del periodismo cuenta con varios puntos de inflexión o de hitos que han acontecido e incidido de manera directa sobre su naturaleza.
La necesidad de estar informados es una realidad desde el comienzo de los tiempos. El historiador romano Suetionio en su libro “La vida de los 12 Césares”, ya contaba como Julio César, en el año 59 A.C. ordenó que se hicieran públicas las actas del senado bajo el nombre de Acta Diurna y pudiéndose considerar la antesala al periódico moderno.
Pero es cierto que la misión y propósito del periodismo se ha ido transformando con el paso del tiempo. Anterior a nuestra época, tenía esa vertiente ética que le llevaba a convertirse en megáfono hacia el pueblo para evitar ser engañados por el poder. De ahí, que los medios tuviesen una trascendencia vital en el devenir del curso historia.
Desde ahí hasta hoy, el ecosistema editorial incorpora a la empresa, quien se da cuenta de la importancia de comunicar y utilizando a los medios para ello. La prensa así se convierte en otro tipo de fuente de información y de mensajes.
Vamos encaminados a mostrar la Andalucía del futuro, la innovación, la ciencia, la tecnología. La del talento, la industria, la energía, la minería y la empresa. La de la cultura y el turismo“
A ellos hay que añadir la revolución de las redes sociales con una democratización de la información. Pero con ello, también, una falta de exigencia en la credibilidad de la noticia y del rigor periodístico. Este cambio de modelo ha provocado un boom informativo que, en realidad, lleva a la sociedad a la desinformación. La imposición de la inmediatez implica una excesiva cantidad de noticias que normalmente va en sentido contrario a la calidad.
Y ante este escenario, los medios de comunicación, en mi caso la prensa, vamos encaminados, y obligados, a mantener los valores principales que nos diferencia de cualquier otro canal o “medio”. Como son, entre otros, la garantía de una información veraz, la credibilidad del medio y del periodista, velar por un periodismo riguroso y comprometido, por la objetividad en la noticia y, por supuesto, por la ética. No todo vale.
¿Y hacia dónde va El Correo de Andalucía?
Yo siempre he sido una gran consumidora de prensa y encuentro en El Correo de Andalucía muchos de los valores que, desde mi punto de vista, hacen honroso el periodismo. Lo dignifican y enorgullecen a quienes lo desarrollan y a quienes lo leen.
En definitiva, trabajando en paralelo con la Andalucía de hoy y del mañana. La que puede y que, cada vez más, quiere.
Como propiedad del Grupo Morera y Vallejo, llegó la digitalización en 2018, una arrojada decisión que catapultó la cabecera como primer periódico digital sin convivir con el papel.
La acertada decisión de su presidente, D. Antonio Morera, trajo consigo el alcance regional de lo que, hasta entonces, era un periódico local, decano de Sevilla. Hoy, El Correo de Andalucía, está a punto de cumplir 125 años.
Por mi parte, tres años después de mi llegada al periódico, trabajando para lograr ese constante crecimiento anual, sigo con la ilusión renovada, con objetivos más ambiciosos y, sobre todo, con el firme propósito de seguir haciendo el periodismo ético que tanto defiendo, como única hoja de ruta para llegar a ser respetables, creíbles y sostenibles en el tiempo. 125 años, así lo acreditan.
Y, con ello, caminar en paralelo a esa gran comunidad que tenemos que es Andalucía.
Los Medios de Comunicación siguen estando liderados por hombres ¿Por qué sigue existiendo ese salto?
Lamentablemente así es. Las mujeres siguen muy al margen de la toma de decisiones editoriales en los ámbitos informativos más destacados. En uno de los informes “Missing Perspective”, encargado por la Fundación Bill y Melinda Gates y redactado por Luba Kassova, entre varios de los motivos, me parece realmente alarmante, el posicionamiento que se le atribuye a la mujer como “blanda” frente a “dura”, lo cual provoca un alejamiento de los ejes editoriales, normalmente más centrados en política, economía y negocio, quedando relegada a los contenidos de salud, belleza o gastronomía, por ejemplo. Además de éste, se detectaba obstáculos como la subrepresentación y falta de apoyo a la progresión profesional de las mujeres.
Seguir viendo a la mujer desde una perspectiva debilidad o de menos dureza es una cuestión que pasa por educar a la sociedad. Desde la familia, el colegio, las campañas de publicidad, los obligados estándares de belleza, desde las profesiones para las que sí y para las que no…
Tenemos que ir conducidos a una sociedad donde los roles del hombre y mujer muestren sus capacidades, defiendan sus méritos, expongan sus derechos y asuman sus obligaciones por igual”
Una vez que la sociedad se haya despojados de estereotipos preconcebidos, será más natural ver a una mujer dirigiendo un medio de comunicación. Pero ese cambio, tiene que ser constante y progresivo en el tiempo. Con argumentos sólidos, y con el mérito y el talento como únicos motivos loables para llegar a la dirección.
El 8 Marzo se ha convertido en el momento clave de para ir analizando los avances logrados. ¿Cómo defines la situación actual en términos de igualdad de género?
La incorporación de la mujer al trabajo ha sido uno de los grandes logros por supuesto. Y especialmente excelente, la incorporación a los puestos directivos. Pero, a día de hoy, seguimos teniendo un problema de fondo que, entiendo es de una gravedad máxima, y que parte de la educación desde edades tempranas.
En la última investigación realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación FAD, se pone de manifiesto como la “caja de la masculinidad” sigue estando alineada con la masculinidad más tradicional sobre el concepto de “ser un hombre”. Conductas tales como que un hombre no debe llorar en público, que debe tener la última palabra sobre decisiones en su relación o matrimonio o que justifica que los hombres usen la violencia para obtener respeto si es necesario. Si nos fijamos, en todas ellas, se deduce una educación deficiente en términos de igualdad y de respeto. O mejor dicho, de respeto y, como consecuencia, de igualdad.
La solución pasa por construir cimientos sólidos desde el inicio para la adecuada evolución de la sociedad, fomentando el cambio cultural desde el núcleo familiar, educando en valores y tomando conciencia real de situación. Porque es latente que provocar el cambio en edades maduras, exige unos periodos muy largos en el tiempo. Y todavía hay muchas actitudes, hábitos y comportamientos cotidianos o culturales que son contrarios a una igualdad verdadera.
¿La educación sirve hoy para combatir la desigualdad?
Es más. Es la clave. Poco podremos avanzar si dejamos la consecución de los objetivos en manos de lobbies. Para ello hay que empezar a cuidar del árbol desde la siembra. No se trata de convencer a base de repetir un mensaje a modo de “claim”. Se trata de, en primer lugar, que el rol de la mujer/ madre refleje la conducta que se defiende. De nada sirve predicar, si tu actuación no va alineada con el propósito. Ella es la primera que tiene que entender que todos somos iguales y actuar bajo ese prisma.
“Se trata de avanzar desde la compatibilidad del hombre y de la mujer, para conducirnos hacia una sociedad más plena”
Y en segundo lugar, que el hombre/ padre, por ende, actúe con la misma perspectiva. Y, por supuesto, sintiéndose igual a ella. En el núcleo familiar, el patrón y el ejemplo es decisivo. De ello dependerán cuestiones tan vitales como pensar qué mereces o qué no, por el simple hecho de ser hombre o mujer. Acogerse a la repetida expresión “es lo que ha visto en su casa…”
Se otorga mucho boato y hacen mucho ruido las tendencias extremas actuales Todas encaminadas a condenar y a convencer, persiguiendo precisamente hacer pensar de otra manera a quienes ya han sido educados. Lo coherente debiera ser trabajar para “hacer comprender más que convencer”, primero con el ejemplo y luego con la palabra.
Ante los alarmantes datos actuales de violencia, y más aún, en edades adolescentes, es más que evidente que la estrategia está fallando.
¿Te has tenido que enfrentar a muchas dificultades para llegar a dónde estás ahora por el hecho de ser mujer?
No recuerdo ninguna. He tenido jefes y jefas, y absolutamente todos me han dado el mismo trato y con el mismo respeto. Me licencié en el año 2000 y dos años antes ya compatibilizaba mi carrera con prácticas empresariales. El trabajo, la formación, el esfuerzo, la disciplina y la perseverancia, han sido mis únicas bazas. Y, por supuesto, la convicción de que la meritocracia debe ser la razón principal para ostentar un puesto directivo.
Pídele un deseo como mujer al 2023
No tener que seguir hablando de mujer y de hombre para hablar de personas. Solo entonces habremos alcanzado una igualdad real.