Xuan Cándano es memoria. Y para un periodista y escritor de buenos ensayos como él, la memoria es esencial. Referente del periodismo asturiano de las últimas décadas, bien en la prensa escrita diaria, como La Voz de Asturias, bien en Televisión Española o bien en Atlántica XXII, la niña de sus ojos que sobrevivió más de lo que esperaban muchos agoreros, salpica la conversación de datos contrastados y también de opiniones muy personales. De una ideología muy definida, se aleja, eso sí, del sectarismo buscando siempre construir. Su último ensayo “No hay país” hay que leerlo si uno quiere hacerse una composición de lugar –y de parte—de los últimos 40 años. Extradigital le abre sus páginas
Lo primero, obligado, es preguntarte cómo está funcionando tu libro “No hay país”
Muy bien. En Navidades tuvo grandes ventas y hubo que sacar una segunda edición. Creo que habrá una tercera. Lo mejor es que está provocando un debate público sobre Asturias en Asturias. Esa era mi pretensión, porque ese debate para analizar de dónde venimos y a donde vamos me parece imprescindible.
¿Condensar casi 50 años de historia en un libro no es tarea fácil? ¿Qué has priorizado?
No me resultó una tarea titánica. Tardé unos dos años en terminarlo. Puse a funcionar mi memoria, porque de buena parte de lo que cuento fui testigo, a veces incluso protagonista. También tuve muchas largas conversaciones presenciales. Y leí y releí. La prioridad la puse por las alturas, por el poder político en Asturias desde la llegada de la democracia y la autonomía. Es un libro presidencialista, dice el editor, porque dedica especial atención a cada uno de los nueve presidentes que hubo en la autonomía.
¿Tiene solución Asturias? Defiendes que si ejerciese como país, le iría mejor, ¿por qué?
Claro que tiene solución. Asturias es un lugar bellísimo, con excelente calidad de vida y una naturaleza privilegiada. Ha retrocedido en el ranking nacional y padecido una dura reconversión, pero las rentas no se han desplomado y mantiene su corazón industrial, con mano de obra especializada. Hasta la caída demográfica, su mayor problema, tiene remedio: en otros lugares lo encontraron. Digo que Asturias es un país sin connotaciones nacionalistas, usando el término que empleaba para su tierra Jovellanos, al que tanto se venera y a quien tan poco caso se hace. Asturias, en este medio siglo, renunció a la autonomía como motor de desarrollo, se ancló en el sucursalismo de Madrid y en el victimismo, y renunció a su identidad, como tristemente evidencia el retroceso de su lengua románica en vías de desaparición. Cuando se trataba de reinventarse y generar riqueza con sectores emergentes, ese continuismo y ese inmovilismo se convirtieron en un lastre. Por eso me parece que hay que cambiar la mentalidad y el relato: eso que se llama hacer país.
El periodismo asturiano, ¿ha estado a la altura de las circunstancias en estos 50 años?
En general no. Hubo épocas y periodos. Yo soy crítico con el papel de los medios en las modernas sociedades democráticas: pasaron de contrapoder a poder. Y a ello los periodistas no fuimos ajenos, aunque en Asturias los hay excelentes prácticamente en todos los medios. Se perdió espíritu crítico e independencia. Y los grandes medios comparten y difunden un relato sobre Asturias que yo no comparto.
Sigue habiendo periodistas muy buenos y muy bien informados en Asturias
Antes, hace 10, 20, 30 años, había referentes en el periodismo en Asturias; gente a la que había que leer y escuchar. Eso parece que se ha acabado, ¿no?
No me parece, eso no lo veo así. Sigue habiendo periodistas de referencia en Asturias, profesionales a los que conviene seguir porque son buenos y están muy bien informados. Se observa en informaciones, en análisis y en columnismo. Lo que desapareció es lo que denominábamos “inteligencia”, esas personas de las élites intelectuales que creaban pensamiento.
¿Qué echas en falta en el periodismo asturiano actual?
La rebeldía, el espíritu crítico, la pasión…. En Atlántica XXII, que fue importante en la historia reciente del periodismo asturiano, en mi opinión, publicábamos en cada número exclusivas gordas y en muchos casos de corrupción. Y jamás tuvieron seguimiento en los medios asturianos, incluyendo casos como el de Villa o el de UGT.
Los medios han sufrido cambios disruptivos en los últimos años. ¿Todos a peor?
No, en absoluto. La tecnología lo ha cambiado todo, en su mayor parte para bien. Obtener y difundir una noticia ahora es más fácil. Pero ese proceso ha coincidido también con cierto retroceso profesional y deontológico. La revolución tecnológica choca a menudo con la curiosidad, que es una cualidad esencial para ejercer el periodismo. Pero han llegado nuevas generaciones que son nativos digitales y se manejan bien con los idiomas, lo que no era habitual cuando yo empecé a trabajar.
Tenemos más información, pero estamos peor informados. Ya no hay filtros
Efectivamente, esa es una de las paradojas de la modernidad. Nunca circuló tanta información y nunca hubo tanta desinformación. Internet contribuyó a ello, ese equívoco de que cualquier ciudadano se convierte en periodista frente a un ordenador. Porque en Internet faltan esos filtros a los que aludes y una jerarquización de las informaciones, excepto en los diarios digitales, que los hay muy buenos.
Obtener y difundir hoy noticias es más fácil
¿Se ha convertido la política en algo banal? La pérdida de reputación parece no tener final. ¿Tienen los medios alguna responsabilidad?
La política es fundamentalmente ansia de poder. Siempre lo fue. Lo que pasa es que los que nos incorporamos a la Universidad y al mercado laboral con la Transición vivimos un tiempo históricamente especial, con el fin de una dictadura y el inicio de la democracia. Luego llegó el desencanto, pero lo normal es esta mediocridad y la falta de generosidad de la clase política profesionalizada, no aquel periodo que mucha gente tiene mitificado. El periodismo también retrocedió y se plegó a los grandes poderes, el político y el económico.
¿Qué redes sociales frecuentas? ¿Por qué una frente a otra?
Solo estoy en Twiter, aunque a veces me apetece retirarme cuando tienes que aguantar insultos y calumnias de gente muy cobarde amparada en el anonimato. Creo que Twiter es una red muy periodística y me sirve para leer muchas informaciones y opiniones interesantes.
¿En qué medios/medios te informas?
Compro todos los días tres periódicos, los dos asturianos y El País. A veces cambio El País por otro nacional, pero en raras ocasiones. Su lectura me lleva horas. Digitales leo unos cuantos, sobre todo Nortes porque me interesa la información sobre Asturias y tengo ahí muchos amigos. Con los digitales nacionales, Diario.es, El Confidencial e Infolibre sobre todo, soy más selectivo y leo informaciones determinadas. Consumo mucha radio durante todo el día, sobre todo la SER, pero también RTPA y RNE. Apenas veo la televisión, algo la TPA y a veces picoteo en canales nacionales. En “El Intermedio”, por ejemplo.
¿Quién ha sido tu maestro/s en la profesión?
No me parece que pueda hablar de maestros, en el sentido de alinearme con un periodista influyente y mayor que yo, algo que vi mucho cuando empezaba con profesionales a los que admiré y respeté mucho, como Julio Puente o Faustino F. Álvarez, que tuvieron discípulos. Aprendí mucho cuando entré en TVE-Asturias de Miguel Somovilla, gran periodista y amigo, que llevaba ya un tiempo en la casa. Me hubiera gustado compartir redacción con gente como Melchor Fernández, que sigue impartiendo magisterio con sus artículos. Pero no tuve esa oportunidad. Tengo gran complicidad y amistad con Gregorio Morán, un periodista fundamental en la historia reciente de España, con libros y artículos imprescindibles para conocer estos años. Eso se lo debo a un despido en La Voz de Asturias, tras protestar por la censura de una entrevista que le hice a Morán cuando vino a Oviedo a presentar “Los españoles que dejaron de serlo”. Desde entonces somos grandes amigos.
–¿Qué periodista actual te parece especialmente relevante?
En Asturias hay unos cuantos, pero podría citar a Javier Cuervo, que tiene un talento extraordinario y ha creado un estilo periodístico propio, que a mí me encanta en las entrevistas. En la esfera nacional e internacional quiero recordar a Patricia Simón, una gran periodista malagueña que vivió varios años en Asturias. Representa muy bien a este periodismo joven, emergente, valiente y de calidad.
Si subieras una imagen de Asturias a tu red social preferida, ¿Cuál sería?
De la costa, desde luego, que es mi territorio. Soy un yonki marino que pasa meses zambuyéndose en el Cantábrico, cada vez más con el cambio climático. Podría escoger El Focarón, una poza de San Esteban a la que solo se puede acceder en marea baja.
¿Con qué profesional de los medios te gustaría compartir mesa y mantel?
Con muchos a los que admiro ya comparto mesa a menudo. Acabo de viajar a Barcelona para hacerlo con Gregorio Morán. Pero preferiría plantearme ese deseo mirando hacia atrás en el túnel del tiempo. Me encantaría compartir mesa, mantel y tertulia con Leopoldo Alas “Clarín” o con Albert Camus.
¿Y dónde lo llevarías?
Me dejaría llevar al sitio que ellos quisieran. Me veo con Clarín por la zona de Guimarán, donde debió ser muy feliz. Y con Camus en París o en Argelia.
¿Qué canción pedirías en una radio fórmula?
“Un mundo feliz” de Sam Cooke.
¿Qué programa de televisión te marcó?
Pipi Calzaslargas, una serie que veía de crío. Y algo debía captar de aquella serie transgresora y anarquista en la que una niña maravillosa no iba a la escuela ni tenía familia, pero era libre y feliz.
¿Recomienda un libro?
“Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez me parece una obra sublime. Conocí a García Márquez y le entrevisté en Oviedo tras salir victorioso de un reto que me planteó con mucho sentido del humor: “Te concedo la entrevista si me vas a preguntar algo que no me hayan preguntado”. Leo mucha literatura en asturiano, que tiene un gran nivel. Es el caso de “Historia universal de Paniceiros”, de Xuan Bello.