He preferido escribir pasado un tiempo y no hacerlo en caliente. Balenciaga, toda una vida cuidando hasta el extremo su imagen de marca, para perderla en un pis pas. Un tropezón a la hora de medir y se acabó. Una chabacana campaña en la que se juega con elementos que jamás se deben conjugar juntos, niños, sexo, sado…provocan un revuelo sonado en el sector. Si éste desatino, rayando en lo inmoral, no era suficiente, a los tres días otra campaña, que también debió ser retirada, por la utilización de documentación relativa en un juicio por acoso celebrado en EEUU. Un auténtico despropósito.
Cuando una firma que tuvo esa entidad está en disposición de saltarse las líneas rojas de la moralidad por ser “sorprendentes”, algo no funciona bien. Lo explica bien Patricia Cavada, directora senior de Engagement de LLYC. «La apuesta por el atrevimiento y hacer cosas que se salgan de lo convencional hoy en día, es un valor diferencial pero para ello es imprescindible analizar los posibles riesgos que implica para la reputación de la marca«, explica.
Ante eso, o bien hay un topo dentro que trabaja para fagocitar la marca o no hay controles a la hora de dar el visto bueno a dos campañas publicitarias en vísperas de la Navidad. En cualquiera de ambos casos resulta inaceptable. Por lo tanto el transitar por el purgatorio ahora no debe ser plato de gusto para la firma de moda que de ser “top” pasa a un toparse de bruces con sus miserias.
