Viendo la desbandada que se está produciendo en Telecinco y sabiendo que la miseria se administra muy mal, cualquier giro de timón a la desesperada por parte de Borja Prado es esperable. Así, no falta quienes opinan que el mejor reality está por llegar. Tan osados como son en Mediaset no sería de extrañar que buscando un añorado pico de audiencia que parece ahora darles la espalda, los llevará a decidir a lo grande tomando muchos riesgos. Todo ello pensado en volver a ser la referencia y dar el tan ansiado “pelotazo”. Eso evitaría una venta que parece cantada en todos los foros profesionales.
En esa tesitura, nada mejor que un reality de verdad, con sus propios colaboradores encerrados en su día a día, en sus miserias y al calzón quitado. A fin y al cabo se ahorrarían una importante cantidad de dinero evitándose ir a Cayo Cochino o a Los Roques. Se trataría de los colabores atizándose de lo lindo en una casa aquí al lado tipo Gran Hermano.
Pérdida de atractivo
La situación es ya tan histriónica que ellos mejor que nadie se valdrían para darse con fuerza y acusarse de todo con ese lenguaje chabacano que utilizan en cualquier franja horaria. Los guiones de esos programas, donde los colaboradores disfrutan metiéndole el dedo en el ojo unos a otros, se han convertido en un “pim pam pum” en donde todo vale. La competición por molestar más, hacerles llorar en directo o abandonar el plató con toda dignidad, hace que los programas pierdan el escaso atractivo que antes tenían.
Se ha perdido al famoso con glamour. Ya no se comenta nada que no suceda en su entorno televisivo. Hoy, los protagonistas son los colaboradores. Mediaset se encuentra en la encrucijada de apostar por un reality más sonrojante que los actuales hablando de ellos mismos o el abismo. Y la venta planeando en lontananza.
