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El centro tecnológico AITIIP coordina una investigación cuyo objetivo es el desarrollo de envases multifuncionales de material bioplástico
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Grandes marcas como Nestlé o Coca-Cola y su botella de PEF ya han puesto en marcha proyectos encaminados a lograr envases medioambientalmente más sostenibles
Grandes marcas como Nestlé o Coca-Cola y su botella de PEF ya han puesto en marcha proyectos encaminados a lograr envases medioambientalmente más sostenibles elaborados a partir de elementos de origen natural. A día de hoy no hay legislaciones a nivel europeo que obliguen a ello, pero todo apunta a que será el futuro de los envases. Así, el packaging del futuro pasa por procesos con menor impacto ambiental, y Zaragoza está siendo el epicentro de esas investigaciones a través del proyecto europeo Dibbiopack, que coordina el Centro Tecnológico Aitiip, ubicado en el polígono Empresarium.
Entre otros ámbitos, el proyecto ha avanzado en la fabricación de etiquetas biodegradables y de prototipos de cómo serán los envases del futuro. En concreto, se ha diseñado una bandeja de alimentación, una botella para farmacia y un tarro de cosmética a partir de materiales de origen natural renovable, como azúcar, maíz, patata o sueros provenientes de la industria láctea.
“A día de hoy no hay una legislación que obligue, pero ya hay legislaciones parciales, como en Francia, en las que todo contacto con frutas y hortalizas tiene que ser con plásticos biodegradables”, explica a Extradigital.es Berta Gonzalvo, directora de I+D de Aitiip, quien apunta que “no hay nada todavía en firme a nivel global, pero se espera que los bioplásticos entren con fuerza en los próximos años con directivas que premien ese plus de economía sostenible”.
Por eso, algunas grandes marcas ya se han puesto a tratar de investigar sobre estos nuevos envases del futuro, sus procesos de elaboración y también el impacto final que, inevitablemente, tendrán en la imagen de sus productos y en el diseño de embalajes y etiquetajes.
El día 24 de febrero se presentan las conclusiones de este proyecto, de carácter técnico, después de cuatro años de investigación y desarrollo de Dibbiopack, proyecto que financia la Comisión Europea dentro del séptimo Programa Marco y en el que han participado 19 socios de 10 países. Su objetivo principal ha sido el desarrollo de envases multifuncionales de material bioplástico (biobasado, compostable y biodegradable) para los tres sectores más relevantes en lo que a su uso se refiere: el alimentario, el cosmético y el farmacéutico.
Coordinado desde Zaragoza por Aitiip, este proyecto ha conseguido notables avances frente a los retos normativos, tecnológicos, de mercado y medioambientales que plantea el desarrollo de los bioplásticos, un sector que crecerá como mínimo un 20% al año durante los próximos ejercicios, según estiman desde el centro tecnológico.
200 bolsas de plástico al año por persona
El proyecto surgió de la realidad de los datos sobre consumo de envases y su impacto sobre el medio ambiente. Los ciudadanos europeos utilizan de media 200 bolsas de plástico al año por persona, la mayor parte de ellas ligeras, que son las que menos se reutilizan y las más difíciles de reciclar. Un país como Francia consume 17.000 millones de unidades al año. Las cifras son exportables a cualquier nación europea de nuestro entorno. Lo mismo ocurre con los miles de botellas y envases de todo tipo fabricados con productos derivados del petróleo que nos acompañan en el día a día. La mitad de todos ellos acaba en el medio ambiente, donde tardarán cientos de años en desintegrarse.
Los expertos han detectado grandes concentraciones de plásticos flotantes en la práctica totalidad de los océanos, que, además, se depositan en los fondos y pasan a la cadena alimentaria. Frente a un problema de primer orden que ha motivado cambios legislativos en muchos países que hablan de una obligada reducción en el uso de determinados envases de hasta el 80% para 2019 en la Unión Europea, el desarrollo de productos sustitutivos fabricados a partir de bioplásticos que no contienen derivados del petróleo aparece como una enorme oportunidad medioambiental, social e industrial.