Los hermanos Juan y Alejandro Mingarro son el ‘alma mater’ de Brosmind, el estudio de diseño que, en 2006, hacía realidad un sueño que anhelaban desde su infancia en Binéfar. Unas ilustraciones frescas y optimistas, que combinan la fantasía y el humor, son la marca original de una casa, que ha conquistado a marcas como Nike, Microsoft o Volkswagen. Sin embargo, para los hermanos Mingarro, lo importante sigue siendo el proyecto, no la compañía que haya detrás.
- ¿Cómo nace Brosmind Estudio?
- Es una cosa que habíamos deseado desde niños, que siempre había rondado por nuestras cabezas, pero que no creíamos que fuera posible. De hecho, antes de llegar a Brosmind, dimos un cierto rodeo. Mi hermano Alejandro sí que estudió Diseño, pero yo, antes que Diseño, estudié Farmacia. Después de finalizar los estudios llegaron las prácticas y los trabajos en otras agencias. Pero en 2006, decidimos dejar nuestros respectivos empleos y crear juntos nuestro propio estudio. Así nació Brosmind. Como en cualquier comienzo, éramos multidisciplinares (uno, más fuerte en el diseño gráfico, y el otro, en el de producto). Decíamos que sí a cualquier proyecto. Sin embargo, un año más tarde, decidimos especializarnos en ilustración, que sigue siendo nuestro fuerte.
- Vuestros trabajos de ilustración comercial son muy reconocibles, por su colorido, fantasía, humor,… ¿Tienen alguna fuente de inspiración especial?
- Nuestro estilo es el resultado de lo que hemos digerido durante toda una vida juntos. El espíritu de las películas, cómics o juguetes de los años 80 están en nuestro trabajo, nos ha influido. Pero creo no tanto a nivel estético como de espíritu. Lo maravilloso que era todo, esa inocencia, la búsqueda de la diversión por la diversión,… Por eso no podría hablar de referentes concretos. Lo que sí es cierto, es que nuestro trabajo surge de forma muy natural en nosotros. Y entiendo que es fruto de nuestras influencias en común, del hecho de ser hermanos. Pensamos de una forma muy similar y supongo que todo eso se plasma en las obras que creamos juntos.
- ¿Se puede hablar entonces de un estilo Brosmind?
- La verdad es que es un estilo muy reconocible. Lo cual es bueno y malo, a la vez. A veces te abre puertas y otra te las cierra, porque nosotros siempre nos mantenemos muy fieles tanto al estilo gráfico como al tono de nuestras ilustraciones, a los conceptos. Por lo tanto, cuando un cliente necesita algo que encaje con eso, puede que seamos una de las primeras opciones en las que piense. Pero, a veces, hay encargos que tenemos que rechazar porque no podemos llevarlos a nuestro terreno.
- Han desarrollado campañas para marcas como Nike, Microsoft, Volkswagen o Virgin. ¿Qué supone trabajar para este tipo de firmas?
- Es interesante y, porque no decirlo, un sueño cumplido, porque algunas son marcas que siempre habíamos admirado. Sin embargo, no siempre este tipo de compañías son el mejor cliente. A veces, tienen una personalidad muy fuerte y es muy difícil jugar con eso. Otras veces, es difícil que te dejen tu espacio para la creatividad. Incluso, contrariamente a lo que puede parecer, estas grandes compañías no son siempre las que mejor pagan Ellos saben que todo el mundo quiere trabajar con ellas, porque interesa contar en el portfolio con un trabajo para ellas, y juegan con eso. No obstante, a nosotros nos atrae el proyecto, no el cliente. Estamos siempre disponibles y dispuestos a escuchar cualquier posible iniciativa, cualquier idea de colaboración y nos da igual que sea de una multinacional o de un particular. Lo bueno es que, a estas alturas de nuestra carrera, intentamos hacer proyectos que realmente nos gusten y motiven.
- ¿Qué diferencia a Brosmind de otros estudios? ¿Cuál es vuestro valor diferencial?
- Es verdad que tenemos un estilo gráfico muy reconocible, pero, para nosotros, nuestro punto fuerte no reside ahí, sino en la parte conceptual, en como representamos esas ideas. El dibujo solo es el cascarón. Tenemos una forma muy particular de ver las cosas y es de lo que estamos más orgullosos.
- Su estudio está en Barcelona. ¿Hay que irse a las grandes ciudades para triunfar en el sector?
- No es obligatorio. Lo que pasa es que nosotros, que somos de Binéfar, nos vinimos a Barcelona a estudiar. Y ha sido como un proceso natural. Cuando terminas los estudios, te quedas aquíe un tiempo para adquirir experiencia, porque son ciudades en las que se concentran la mayor parte de las agencias y muchos clientes. También hay una vida artística y una oferta cultural más amplia. No obstante, hoy por hoy, creo que se puede trabajar desde cualquier sitio, porque con el cliente te comunicas por teléfono, por email,… De hecho, la mayor parte de nuestros clientes están fuera de España. Lo único que necesitamos es un papel para dibujar y un ordenador para procesar todo y enviarlo.
- ¿Y cómo se lleva eso de trabajar entre hermanos? ¿Facilita o complica el trabajo?
- Tiene sus cosas, pero creo que, en nuestro caso, es algo positivo. Nos llevamos bien, por lo general (aunque se dé alguna discusión entre hermanos). La comunicación es mejor, pensamos de una forma similar, tienes una sinceridad que no podrías tener con otra persona a la hora de hacer críticas y, además, la lucha de egos entre hermanos es más llevadera. Para nosotros, creo que es una ventaja.
- ¿Algún proyecto interesante en el que estéis trabajando y se pueda contar?
- Siempre tenemos sobre la mesa una mezcla de proyectos comerciales y proyectos personales. En el plano comercial, estamos realizando cosas para clientes de EEUU, del mundo de la telefonía. Además, estamos haciendo cada vez más animación, algo que nos gusta mucho. Y en el plano de los proyectos personales, estamos preparando la exposición retrospectiva sobre nuestro trabajo que se podrá ver en la Diputación Provincial de Huesca a partir del 18 de marzo.
- ¿Qué se podrá ver en esa muestra?
- Es una exposición en la que hablamos de nuestra trayectoria, de lo que hemos hecho durante estos 10 años trabajando juntos. Pero además de la obra retrospectiva, también estamos creando proyectos nuevos. Lo más curioso que estamos preparando son una especie de máquinas de videojuegos, que reflexionan sobre el hecho de tomar decisiones en el estudio. El hecho de ser dos personas hace que cuando pensamos diferente nos quedemos bloqueados. Ante esto, hemos ideado unas maquinitas que nos ayudan a tomar esas decisiones. Unas son más sencillas, funcionan, prácticamente, como una moneda a cara o cruz, pero hay otras con las que tienes que estar jugando un rato con el otro para tomar una decisión. De ese modo, evitamos tomarlas en caliente.