Si les pregunto por Xavi Mitjavila i Moix supongo que no sabrán quien es. O tal vez sí porque el buen señor se ha sembrado de gloria este pasado fin de semana.
A alguno se nos atragantó el café cuando vimos que este señor había colgado en su cuenta de Facebook una imagen con un lazo amarillo y el siguiente testo: “Spain is a fascist state” [España es un Estado fascista].
Todo entraría dentro de la normalidad –por decir algo- si no fuese porque Mitjavila i Moix es un alto ejecutivo de la empresa que comercializa Cafés Marcilla. Dado el alto grado de sensibilidad en la sociedad con la deriva secesionista faltó tiempo para que miles de usuarios comenzasen a pedir el boicot a los cafés Saimaza, Marcilla y Tassimo.
Esto viene de atrás porque hace unas semanas el mánager general en Francia de la compañía holandesa Jacobs Douwe Egberts (JDE) también había vertido su opinión en sus redes sociales para publicar otros contenidos de claro símbolo independentista. Había utilizado su cuenta de Twitter pidiendo que “el pueblo catalán paralizase el país” y que los Mossos d’Esquadra, por las cargas policiales del domingo, “ya no eran dignos del pueblo de Cataluña ya que el 155 les había la cabeza”.
Inmediatamente después JDE salió al paso con un breve comunicado en su web calificando las palabras de Mitjavila como “mensajes personales” a la vez que se desvinculaba de las mismas. Claro ejemplo de manual de crisis corporativa en el que se pretendió desvincular lo publicado con lo que ellos llaman “filosofía de que sentarse a tomar un café o un té para fomentar el entendimiento mutuo».
El valiente de Mitjavila no tardó en borrar todas sus cuentas de las redes sociales. Pero era tarde. El supuesto entendimiento al que apelaba su empresa quedaba eclipsado con una avalancha de consumidores que no perdonábamos que nos hubiesen llamado fascistas.
La empresa le ha perdonado. Ahora toca ver qué harán los consumidores con los productos de la firma holandesa que tiene sede en Barcelona y cuenta con una fábrica de café molido para todo el mercado español en Mollet del Vallès en la que produce unas 18.000 toneladas anuales de dicho producto.
No me haré eco de lo que han escrito al respecto los usuarios en las redes. Basta con darse un paseo por ellas y ver la ausencia de comentarios defendiendo a este gran directivo.
Queridos directivos, tengan mucho cuidado con sus opiniones personales y la libertad de expresión que les ampara. Como poco meterán en un lío a sus responsables de comunicación. Si la semana pasada apuntaba que “contra los hechos no caben argumentos” hoy añado que “es complicado parar la libre acción de un consumidor por las opiniones vertidas de un insensato”. Si el hombre tropieza dos veces en la misma piedra el consumidor, no perdona, y sólo lo hace una. Al menos yo.