En este país no gusta la ostentación en nuestra clase política y menos con el dinero público. El ciudadano de a pie da muchas vueltas con los recibos de la luz, el gas, el precio de los combustibles, la cesta de la compra… por lo que parece poco apropiado gastarse una pasta en IPads de alta gama para nuestras señorías del Congreso de los Diputados. En total 733.000 euros, ahí es nada.
Cierto es que deben estar informados, faltaría más. Pero de ahí a tener que adquirir 425 tablets marca Apple a razón de 1.724 euros cada una va un trecho. Está claro que hay dispositivos que pueden hacer esa misma función a sus Señorías con un coste mucho menor. Dispositivos que cumplan la función sin necesidad de tener que andar en boca de todos por una inversión que al ser con dinero público parece que escuece menos. Está claro que la imagen no es la mejor y que tampoco la decisión es suya. Cualquiera de nosotros, si alguien decidiese lo mismo en nuestras empresas, estaríamos encantados. En este caso, ellos reciben, no deciden.
Si hablamos del Senado, la realidad es muy semejante. Inversiones millonarias en telefonía móvil y tarjetas de conexión para todo el hemiciclo. En este caso, la última inversión fueron 550 teléfonos móviles de la marca iPhone 13.
Un político debe actuar pensando en el pueblo y estos detalles les aleja. No es baladí la imagen que proyecta y estos gastos nada austeros les perjudica pudiéndoselo haber ahorrado. Se acuerdan de la “mujer del César”, pues eso, serlo y parecerlo. Y la “alta gama” no beneficia.
