Es indudable que la imagen y la empatía con los sentimientos y las emociones de la gente es algo sustancial en el contexto político actual. Ahora bien, sería un grave error si la actividad política de nuestros servidores públicos se centrase únicamente en eso: en la imagen y en la búsqueda de conectar con las emociones y sentimientos de los potenciales votantes.
Desde las pasadas elecciones autonómicas y municipales hemos visto como algunos partidos como Ciudadanos han pasado a formar parte de algunas instituciones como el Ayuntamiento de Zaragoza y las Cortes de Aragón. La realidad es que se les ve muy verdes. Pero mientras su única imagen visible del partido sea la de Albert Rivera, los cargos públicos de Ciudadanos piensan que la gente no se fija en estas cosas. Ejemplo lo tenemos también con Arrimadas que ha comenzado a hablar. A hablar mucho. Crecida está por su gran triunfo pero su discurso grandilocuente viene acompañado por esa receta magistral cargada de voluntarismo y buenas palabras.
En Aragón Ciudadanos llaman la atención sus intervenciones por ambiguas, sus propuestas por generales y su desorientación en los plenos y comisiones institucionales…La diferencia de la política frente a otras prácticas de la vida es que a la política hay que llegar aprendido. Llegar a la política sin estar aprendido puede tener graves consecuencias para los ciudadanos.