¿Te has pregunado quién fue Inés Rosales? Una marca, una gran mujer. Un legado que mantiene vivo desde Sevilla la familia Moreno en 33 países del mundo.

Cómo Inés Rosales democratizó un producto gourmet a ‘media perra gorda’

Probablemente un cáncer a los 43 años acabó con la vida de una luchadora. Un hermano, un marido enfermo y solo un hijo vivo. Una receta, la valentía de la superviviente y un cruce de caminos: la Pañoleta. Allí llevó Inés Rosales por primera vez sus tortas. Democratizó, sin saberlo, un producto gourmet “a media perra gorda”. Ahí comenzó la leyenda. Una vida difícil con una eternidad dulce.

Una historia desde 1910, y un legado vivo. El de tomarte una Torta de Inés Rosales a sabiendas de que es única (“en un mundo estandarizado y clonado, no hay ninguna igual; en las 300.000 diarias”), con un papel de artesanía (en imprenta propia) y generalmente en el momento que quieres darte un homenaje, “con todo el mimo y cuidado, te hace sentir que te la mereces, que eres importante”. 

Así, nos lo cuenta Ana Moreno, miembro de la compañía, quien desde 1985 preside su padre Juan, «una pyme familiar pero del siglo XXI». Directiva, también con nombre de mujer, que asume la sostenibilidad (“porque el ser humano te pide lo le siente abien”) y la innovación con una herencia gastronómica con sus valores y especies como conservante natural. Lo natural permanece. I+D+I, donde una de las vocales hace referencia al nombre propio que marca la tradición y el hacer de todos los días. 

Todo es a medida. Y eso es una ventaja y una debilidad. Cualquier aplicación de mejora de los procesos hay que hacerlo en función del producto. Una nueva maquinaria o incorporar ad hoc supone un gran esfuerzo de análisis, cientos de pruebas e implementación”. Con la exigencia de quien sabe que las ‘incompetencias internas’ no te la paga el mercado. 

Y así se la juegan día a día, Torta a Torta, con el cliente, a sabiendas de que el producto en sí no es suficiente. Sino el amor y el sacrificio a una responsabilidad, historia y marca que se examina a diario desde Sevilla (Andalucía)  hacia varios puntos de la humanidad. Con un proceso de internacionalización que comenzó siendo natural por la emigración española en Alemania, Suiza y Francia. Pero que hoy conquista los supermercados ‘gourmets’ de 37 países.

Entre ellos, Estados Unidos donde la Torta es como una ‘pequeña isla’ de España. Un mercado donde es embajadora junto a otras marcas significativas, tal caso de Silestone. Como si se tratara de un juego de contrastes entre algo duro como el mármol; y dulce, frágil pero igualmente resistentes como la Inés Rosales.

Quizás se ejemplifique en esa filial en Washintong, Avenida Pennsylvannia (nombre de Estado clave en las últimas elecciones) la conquista de ese ‘sueño americano’ de la fundadora. Aunque quizás todo empezara antes. En la visa de otra hazaña: la primera vuelta al mundo. 

Pues es razonable presentar analogía entre la galleta de mar, prácticamente deshidratada, que llevaban la tripulación de Magallanes y Elcano, y nuestra protagonista. Puede que la Torta actual fuese un producto de ‘ida y vuelta’, arribando a puerto con naranja, canela, matalauva. Puede que la receta que un día rescató Inés Rosales comenzará allí allende de los mares. Superó barreras y un reto con el misterio de a donde iba a llegar, como Elcano tampoco sabía que iba a volver.

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