Estarán conmigo en que la envidia sigue siendo el vicio o pecado nacional por excelencia. En España, odiamos a los que tienen éxito… hasta el momento que tienen mucho dinero. Ahí comenzamos a amarles – con envidia-.
No entiendo porqué ocurre. Y menos aún, la actitud negativa ante el triunfador que no hace fortuna. En esta tierra somos especialistas en esto. ¡Cómo disfrutan muchos con la caída de algunos!
Reivindico la generosidad de alegrarse por los demás. Callen voces de agoreros y envidiosos. No nos llevan a ninguna parte.