Carlos del Amor visitó Zaragoza hace unas semanas. El murciano no lo hizo en calidad de periodista, sino por su faceta de escritor para presentar su tercer libro, ‘Confabulación’, una novela en la que las referencias a la actualidad se plasman en cada página, en una inevitable relación entre periodismo y literatura. El redactor de cultura de TVE nos cuenta la historia de Andrés Paraíso, que padece el síndrome de Korsakoff, un grave trastorno de la memoria que hace que su cerebro cree recuerdos de situaciones que nunca han tenido lugar. Esto le lleva a reflexionar sobre su vida para intentar descubrir qué partes son reales y cuáles son producto de su imaginación. Algo muy actual.
- ¿Cómo surge la idea de una novela sobre una enfermedad tan poco conocida como el síndrome de Korsakoff?
- Surgió leyendo un artículo de la BBC sobre un caso real de una persona que sufría esta enfermedad. Me pareció increíble que el cerebro, para protegerse, sea capaz de inventar recuerdos. Y más increíble todavía, que la persona crea haberlos vivido. Ese es el punto de partida, pero luego entra a jugar la ficción. Aunque hay mucho de realidad en los personajes de Confabulación.
- ¿Siempre es la realidad su mejor inspiración?
- Como periodista trabajo con la realidad y necesito ver y tocar antes de ponerme a escribir, aunque sea ficción. Necesito saber de lo que hablo o tenerlo cerca o tener una inspiración real. De hecho, aprovecho cada cosa que veo. Y lo que hago es volcarla en lo que escribo. Si, por ejemplo, voy al Thyssen y me gusta un cuadro de Friedrich, automáticamente me viene a la cabeza cuando estoy escribiendo y cuando tengo que situar un escenario lo hago delante de ese cuadro. Voy dotando de realidad las historias porque ese bastón es para mí más cómodo que el de la fantasía. Puedo imaginar si parto de la realidad, pero imaginar de la nada, me cuesta más. La ciencia ficción sería un difícil desafío para mí.
- Andrés Paraíso se dedica a falsear sus propias vivencias, pero por una enfermedad. Sin embargo, últimamente, en el mundo de los medios de comunicación también hemos visto comportamientos parecidos. ¿Es una metáfora de lo que está pasando en la sociedad?
- En general, todo el libro intenta ser una metáfora de nuestro mundo. Y esa mezcla de realidad y ficción también. Una de las cosas que he buscado con este libro es que el lector se pregunte si lo que está leyendo es cierto o un recuerdo inventando. Como periodista, vivo pegado a la realidad e intento plasmarlo en mis libros. De hecho, hay veces que no sabemos qué es verdad y qué no lo es. Y eso es lo que le pasa al protagonista de Confabulación. No sabe que terreno pisa, si el de la realidad o el de la invención, algo que cada vez nos pasa más.
- Otro de los temas que se trata en la novela es el de las redes sociales.
- Las redes sociales forman parte de la vida de mucha gente. De hecho, son muchos los que nos muestran su vida, generalmente maravillosa, a través de ellas: sus viajes, sus conciertos,… Por eso, también he planteado este tema en la novela. He creado una red social, que Andrés Paraíso utiliza para saber si el paso que está dando es cierto o no. Es una red social llevada al extremo, puesto que sus usuarios están conectados a una cámara continuamente. Es una especie de Gran Hermano.
- La muerte digital es otro de los aspectos que aborda en Confabulación.
- Es un tema relacionado directamente con la memoria y el olvido. En la novela, Andrés contrata un servicio para documentar en vídeo lo que hace en cada momento y descartar así los recuerdos imaginarios. Parte de esos vídeos suben a Internet. Y eso le preocupa. Reflexiona sobre la muerte digital. Mejor aún, sobre nuestro rastro digital una vez que hemos muerto. El que quede algo de nosotros en la nube nos garantiza, piensa él, una cierta pervivencia, sobrevivir al olvido absoluto.
- Por cierto, ¿cómo lleva eso de ser el entrevistador entrevistado?
- Más que entrevistas suelen ser charlas, diálogos en torno a preocupaciones comunes,… y se hace bastante llevadero y agradable.
- Nunca ha presentado un programa, ni un concurso, ni un informativo,…, lo que no ha impedido que sea uno de los rostros conocidos de TVE.
- Digamos que, desde hace 17 años, tengo ahí mi rinconcito y que hay gente a la que le suena lo que hago.
- Sin embargo, la forma que tiene Carlos del Amor de hacer las informaciones es muy personal y muy identificable. Ha creado marca.
- Los temas culturales son muy amables, pero, a la vez, muy difíciles. Y más que hablar de marca propia, hablaría de la mirada que tengo y cómo se refleja en mis informaciones. Habrá gente a la que le guste lo que hago y a otra que no. En este sentido, prefiero que mis informaciones, por lo menos, despierten algún tipo de sentimiento.
- Como periodista relacionado con el mundo cultural, ¿de qué manera percibe lo que nos llega al final como consumidores? ¿Cuántas cosas que merecen la pena no encuentran su espacio en los medios de comunicación?
- En el caso de los informativos de TVE, intentamos buscar el equilibrio. Es evidente el interés que despierta la última gran serie o superproducción. Pero si solo informáramos de esto estaríamos dejando de lado a un público que busca otro tipo de contenidos. Lo primero son contenidos que interesan a una gran mayoría, pero no a una inmensa minoría. Por eso tratamos de buscar el equilibrio entre contenido mayoritario e interesante.
- ¿Se puede ganar audiencia desde la cultura?
- Creo que se necesita que alguien apueste por un programa de cultura, en un buen horario. Escuchar hablar a un director o a un escritor estupendo es algo maravilloso. Y si se hace bien y se viste bien, se podría conseguir atraer a la audiencia. Hay que acostumbrar a la gente y mostrarles que esos contenidos también existen. Se trata de acercar la cultura a todos, que no sea solo para eruditos. Y eso pasa en gran medida por hacer atractivas las informaciones.