Hubo un tiempo en el que el fútbol televisado se convirtió en un negocio boyante para los bares y cafeterías. En los establecimientos se concentraban colores de equipos ganadores, el negro de la derrota. Bulerías de goles y palmas casi al mismo compás de la soleá en las decepciones.
Ahora parece que el contrato televisivo empieza a resquebrajarse en el negocio de la hostelería. La gente se queda en casa provocando que el graderío barista tenga cada vez más sillas vacías y la caja marque menos goles. Ni se desplazar para ver el fútbol ni van a los bares. Además el hecho de que cada partido se juegue a una hora diferente sin pisarse entre unos y otros hace que los horarios y asistencia a los locales de restauración cambie.
A todo esto tiene que sumarle la ola de inspecciones de los locales para sancionar a aquellos que no tienen contratado la señal para establecimientos públicos o la piratería que siempre encuentra satélite y «aparato de señal» para hacer su negocio particular.
Y todo esto ha provocado una reacción en el sector pues un 6,1% de los negocios de hostelería españoles refiere un impacto negativo en sus ingresos en los días de partido, como es el caso de los restaurantes que ofrecen comidas. No salen las cuentas pues mientras de desarrolla un encuentro el gasto medio de un cliente por partido en el caso de los bares tradicionales es de 4,65 euros, mientras que en restaurantes es de 12,25 euros y en locales de ocio nocturno de 11 euros.
«Debemos sentarnos con los operadores para plantear la segmentación por tipo de local y por ubicación geográfica de España. No es lo mismo un bar que un restaurante, ni un local en el centro de una gran ciudad que en un pueblo o a las afueras de un polígono industrial. También hay que tener en cuenta que no todos los partidos de fútbol atraen de igual manera a los clientes, lo que provoca grandes diferencias en la facturación«, ha afirmado el presidente de Hostelería de España, José Luis Yzuel.
