Siempre he tenido la suerte de que la parada de autobús estaba en la puerta de casa, tanto para ir al colegio como cuando cogí los bártulos e inicié mi carrera universitaria, dejando atrás Louro, aldea que abre la Ría de Muros y Noia a la Costa da Morte.
Y os preguntareis a qué viene este arranque, pero podréis entenderme cuando os diga que año tras año podía ver desde el balcón de mi casa como el número de autobuses diarios destino Fisterra se iba incrementando, siempre cargados de personas con su característico look. Así, de una manera poco científica, aunque bastante certera, pude percibir el aumento exponencial del Camino de Santiago. Estos nuevos visitantes ya no eran casuales, se habían convertido en asiduos a nuestra tierra, o como diríamos en marketing, el engagement estaba servido.
Atracción de público mundial
En el 2022, según datos de la Oficina del Peregrino, 437.512 peregrinos han llegado a Santiago y recogido su Compostela, casi la mitad de ellos extranjeros. A estas alturas, el 2023 registra un 14% de aumento frente al año anterior, con Estados Unidos y Alemania a la cabeza seguidos de Corea, Australia y Brasil como mayores exportadores de peregrinos. El Camino, que nació como ruta peregrina europea allá por el siglo IX y fue popularizado por el monarca Alfonso II, actualmente se ha convertido en un acontecimiento mundial. Sin duda, es uno de los mejores escaparates de Galicia.
El branding del Camino
El branding del Camino de Santiago se fundamenta en su autenticidad y trascendencia. Representa una búsqueda espiritual y de significado, donde peregrinos de diversas creencias y nacionalidades encuentran un espacio para la reflexión personal. Su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO añade prestigio y valor a la marca, haciendo que su identidad cultural sea apreciada a nivel mundial.
Las historias de superación personal y de transformación alimentan la inspiración colectiva y dan vida a la marca del Camino de Santiago. Estos testimonios personales se difunden a través de las redes sociales y medios de comunicación, inspiran películas y atrapan a todo aquel que esté dispuesto a emprender el viaje.
Desestacionalización del turismo y diversificación de servicios
Tradicionalmente, el turismo en Galicia tenía una fuerte estacionalidad. El verano era el punto álgido, donde el sol y la playa eran las estrellas indiscutibles de la temporada. Sin embargo, El Camino ha contribuido a desestacionalizar, atrayendo así visitantes durante todo el año.
En Monbus, concretamente, comenzamos a notar más esta rotura de temporadas en 2018. Anteriormente el peregrino sólo aparecía en periodo estival, cuando el usuario doméstico menos utilizaba el transporte debido a las vacaciones y los jóvenes y niños ya no estaban en curso escolar. Ahora se inicia la convivencia de estos usuarios y los peregrinos desde marzo hasta octubre, lo que ha llevado a un incremento de la demanda y a la diversificación de nuestros servicios.
Ejemplos de esta adecuación ante las necesidades de los nuevos pasajeros fueron la apertura de nuevos puntos de venta en espacios clave como el Aeropuerto de Santiago – Rosalía De Castro, la Oficina del Peregrino de la calle Carretas o Fisterra. También el aumento de servicios en líneas tan relevantes como Santiago – Sarria y Santiago – Fisterra o la posibilidad de comprar billetes combinados para que los turistas dispongan del pack de transporte necesario para su aventura en tierras gallegas. Así como contemplar a este nuevo público en nuestras campañas donde la promoción de sus destinos favoritos y la disponibilidad de otros idiomas han sido necesarios no solo para la venta sino para ofrecer un servicio de atención al cliente adecuado.
Sinergias para la creación del producto turístico
Es que, al fin y al cabo, el Camino va más allá de la peregrinación. En la actualidad representa un producto turístico que capta no solo al peregrino jacobeo en el sentido estricto, sino que es reclamo para aquellos turistas que quieran descubrir todo lo que lo envuelve: enclaves paisajísticos, espacios culturales y patrimoniales emblemáticos o la propia gastronomía gallega. Y para que un producto de tal magnitud y proyección funcione, ha sido gracias a una amplia gama de stakeholders que abarca desde la Administración Pública, el tejido asociativo, universidades y centros de conocimientos; hasta la empresa privada que incluye la movilidad, la hostelería, la industria cultural y los servicios complementarios.
En definitiva, un extenso número de agentes que generan sinergias entre ellos y crean una experiencia única a peregrinos y visitantes.
Inés Dosil, Marketing and Communication Manager en Monbus