Antonio Caño compareció ayer en uno de los grandes foros de este país donde nos gusta escuchar -mientras tomamos un café con variada bollería- las opiniones del ponente. Nos muestran el futuro subidos desde su privilegiado faro.
Ayer ese faro alumbró poco… o nada. Tal vez -que es lo que este Cronista piensa- lo tengan fundido “desde la marcha” del presidente Polanco. Un encuentro decepcionante de Antonio Caño en el que le acompañó su jefe y señor, Juan Luis Cebrián.
No habló de las pérdidas económicas de su diario desmarcándose de la gestión económica. Esto es típico de algunos periodistas que llevan con orgullo en su tarjeta “el director” pero desgraciadamente van por la vida con el “sólo sé de lo mío”. Pero tampoco de lo suyo sabía cuando los bandazos en su periódico dentro de la izquierda son constatables todas las semanas.
Anunció Caño el futuro ya presagiado del papel que aunque todavía rentable está en fase de muerte anunciada. Gustó el escuchar que intentaría hacer el mejor periódico en papel posible mientras exista un último ejemplar. Confirmado queda el presagio tras estas palabras. No hay retorno en el camino de online. Apóyense en los que saben.
Caño apeló a que los diarios deben ser aliados y no rivales de Google. No les queda otra ante el gigante pequeño guerrero (espada contra misil) añade este humilde cronista. Y finalmente atacó a tertulianos y confidenciales. Los primeros porque emiten ‘pura opinión sin datos’ y de los segundos porque suelen saltarse con impunidad ‘todas las reglas del periodismo’. Más de una portada de ‘El País’ podríamos sacar de la hemeroteca que sonrojarían a su director.