Todavía no doy crédito a estas alturas de que Espada vomitase semejante opinión. No me merece la pena ni rebatirle. Se descalifica por sí mismo. Además, no mejoraría la contestación que le dio Rafael Esguevillas, padre del niño con síndrome de Down, que con sumo respeto le contestó y que está recibiendo un apoyo unánime de la sociedad y de los medios de comunicación.
Me avergonzaría ser familia suya. La sociedad la construye gente que crea odio, desigualdad, y rencor y también aquellos que, como las personas con síndrome de Down, no conocen el mal, el rencor o el odio. Me quedo con los segundos.
No sé si Espada habrá reflexionado pero lo cierto es que no se ha retractado de sus palabras. Parece mentira que a estas alturas sea importante recordar que el síndrome de Down no es una enfermedad sino una alteración genética y de ahí, la animalada con que Risto Mejide espetó al declarante de tan vomitivas afirmaciones.
Quedó claro que Arcadi Espada no reconoce la dignidad de las personas con síndrome de Down. Les niega su derecho a una vida independiente, a la educación, a una asistencia sanitaria por tener una discapacidad o a tener un trabajo. En definitiva, para Espada no solo no todos somos iguales ante la ley, sino que directamente debemos negar el derecho a vivir a una serie de personas muy al estilo de la Alemania nazi.
Me duele reconocer el dolor que me provocó las declaraciones de Arcadi Espada ante la falta de respeto y desde la humillación a las personas con discapacidad. Pero también me consuela recordar las reacciones de la sociedad tras el discurso de Jesús Vidal en los últimos Goya. Me consuela el rechazo de numerosas personalidades de este país a lo vertido por Espada. Me consuela que medios como El Mundo, El País, Público, el Confidencial, 20 Minutos, Huffington Post, Ok Diario, PR Noticias, Cadena Ser, ABC o La Vanguardia hayan criticado y rechazado semejante alegato hacia las personas con síndrome de Down. Me consuela el dolor.
Pido desde esta tribuna, a este señor con el que tuve la oportunidad de comer hace un tiempo y que tan grato recuerdo me dejó, reflexione y pida disculpas a todas las familias que durante años están peleando porque todo aquel que tiene una capacidad diferente alcance una vida digna.
Reflexione -con generosidad hacia su persona- para conseguir que una polémica no empañe más, no sólo su carrera, sino la insensatez de construir un nefasto recuerdo hacia los suyos. Que nadie se avergüence de usted.