Paula Bonet (Villareal. 1980). Pensar en pintura, dejarse llevar por el grabado y el óleo es hablar de Paula Bonet. Pintora y escritora Bonet es una de las figuras más reconocidas del siglo XXI en nuestro país. La de Villareal no solo pinta, también escribe columnas de opinión en la sección de cultura del diario El País y en libros que presentan la palabra en diálogo con la imagen. Todo ello desde el mismo sitio, desde el lugar que solo los artistas son capaces de definir; la conciencia.
‘Para mí la conciencia de la mirada es imprescindible’ afirma. Entre exposiciones en Barcelona, Oporto, París, Londres, Berlín, Santiago de Chile o Ciudad de México y la publicación de su libro ‘La Anguila’, aúna el arte en todos sus sentidos. Afincada en Barcelona desde hace tiempo dirige el Taller La madriguera, espacio de creación y aprendizaje en el que se desarrollan técnicas vinculadas con la gráfica y con la literatura.
Y es que a día de hoy cuenta con una gran cantidad de personas que siguen sus pistas, sus obras a través de las redes sociales en las que alcanza los 54.000 seguidores en Twitter y los casi 300.000 en Instagram. Si bien no es sinónimo de calidad el número de ‘followers’, no es su caso. Importan sus obras, sus retratos y su trabajo. Por algo en 2018 recibió la Alta distinción de la Generalitat Valenciana siendo galardonada con la Medalla al Mérito Cultural, premio que muy pocos consiguen.
Medalla al Mérito Cultural en la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana. ¿Qué supone para ti este reconocimiento?
Actualmente lo valoro enormemente. En aquel momento tardé en entenderlo. No trabajo pendiente de los reconocimientos.
Completaste tu formación en lugares como Santiago de Chile, Nueva York y Urbino. ¿Qué recuerdas y qué te han aportado cada uno de estos lugares?
Santiago de Chile y Urbino me marcaron profundamente, la experiencia neoyorquina me dejó con tintes amargos (por la velocidad, el espacio y la compañía). En Chile me encontré conmigo misma por primera vez, supe que estamos solos y que si quería que mi vida fuera plena lo primero que tenía que hacer era ocuparme de mí misma, la persona con la que iba a transitarla. Fue allí donde cambió mi relación con las artes plásticas, que acabaron colocándose definitivamente en el centro de mi vida. Tuve la suerte de conocer a la pintora y grabadora Roser Bru y de aprender en el Taller 99. Fue también el lugar en el que descubrí la maldad del ser humano y la necesidad del diálogo.
¿Cómo te sientes en tu faceta de escritora y cómo la descubres?
La experiencia de la escritura de la novela fue muy satisfactoria y enriquecedora, parte del objetivo era pintar únicamente con palabras, conseguir que el lector o lectora sintiera que se estaba manchando los dedos con pintura blanca. Pienso que, tratándose de disciplinas artísticas que están tan en contacto con lo cotidiano (¿quién no lee de niño? ¿quién no dibuja de niño?) es imposible encontrar el momento concreto de revelación. Son procesos lentos que en ocasiones se hacen evidentes con la publicación de una obra en concreto, pero para nada, esas publicaciones son la culminación de algo.
¿Cuál ha sido el proceso creativo que has seguido?
Depende del proyecto. Lo único que se repite en todos ellos es cómo, con el paso del tiempo, la parte previa a sentarme a escribir o a levantarme a pintar, ocupa cada vez más espacio.
En muchas de tus obras, la mujer es el eje principal. ¿Cómo percibes que ha evolucionado la forma en la que se respeta a las autoras y artistas?
Como un tránsito lento. Montserrat Roig escribió: «No es fácil romper con el único lenguaje que ha sido valorado, construirse, a partir de la experiencia propia y de las voces no reconocidas, voces sin cuerpo, un propio código lingüístico, unas imágenes eróticas inéditas». Victoria Ocampo dijo: «Creo que nuestro trabajo será doloroso y que se desconocerá. Creo que debemos resignarnos a ello con humildad, pero con fe produnda en su grandeza y su fecundidad. Nuestras pequeñas vidas individuales contarán poco, pero todas nuestras vidas reunidas pesarán de tal modo en la historia que harán variar su curso». No me siento lejos de ninguna de ambas.
¿Cuáles son tus proyectos actuales y de futuro?
Ahora mismo trabajo con mucha constancia en el proyecto Taller La madriguera, un espacio de creación para mujeres en el centro de Barcelona que es capaz de ir modificando su ubicación gracias a los talleres nómadas, donde, en grupos de veinte ocupamos espacios como el templo de la reina Hatshepsut en Luxor o la ciudad de Pompeya, siempre con perspectiva de género. También en la construcción de mi nuevo taller de pintura, que espero estrenar en pocas semanas, y en un nuevo proyecto pictórico y editorial.
Un poco más sobre ti… ¿A quién le debes más profesionalmente o quién ha sido tu maestro?
A mi abuelo paterno y a mis ganas de saber.
12 horas en… (¡¡Respuesta exprés!!)
Una cabaña en las Torres del Paine, en Chile.
¿Qué libro estás leyendo actualmente?
Siempre leo varios a la vez. Ahora mismo estoy con el último de Marta Sanz (Persianas metálicas bajan de golpe), Fuego de Gema Peñalosa y A life in Art. Paula Modersohn-Becker de Uwe M. Schneede.
Un lugar o local que pocos conocen y que te apasione…
La Sierra de Espadán.
¿Mejor cafetería para un buen desayuno?
La de la pastelería de mi pueblo.
¿Qué canción pedirías en radio fórmula?
Tu vuo’ fa l’americano.