Estar convencido

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«Hay algo indefinible en todo emprendedor, y yo vi ese algo en Steve. (…) Le enseñé que si actuaba como si algo fuera posible, acabaría siéndolo. Le dije que, si fingía tener el control absoluto de una situación, la gente creería que lo tenía».
Nolan Bushnell, Fundador de Atari.

Nadie da lo que no tiene. Nadie nace siendo lo que llega a ser. Siempre hay un primer día.  No te lo pierdas, lánzate. Cualquier camino creativo pasa por el fuego de lo desconocido, pasa por el afilado sendero de la incertidumbre que provoca en nuestro yo atávico una reacción defensiva que nos impide exactamente lo que hace falta: saltar al vacío.
Las situaciones nuevas, desconocidas, inexploradas piden al cuerpo un salto al vacío. Para superar el resorte natural de defensa que todos tenemos, está comprobado que lo más eficaz es una cosa llamada entrenamiento. Así es como un comando de boinas verdes es capaz de infiltrarse en la oscuridad y alcanzar su objetivo sin despeinarse. Así es como un orador se arranca ante un multitudinario público sin vergüenza ninguna, etc. Este entrenamiento puede hacerse de un modo físico, pero también de un modo mental: si consigues ponerte en la situación futura, imaginarte actuando ante tu público haciendo esto o lo otro que sea necesario, entonces es como si ya hubieras estado allí. Por eso se dice que los buenos actores no improvisan. En realidad sí que improvisan, pero lo hacen a partir de tener controlada la situación.

Junto a este ponerse en situación, hay otra cosa que conduce al dominio de lo desconocido: estar convencido de lo que uno dice o hace. El problema es que lo que uno dice o hace, cuando se trata de cambiar algo o de innovar, no suele ir acompañado de convencimiento por el sencillo motivo de que es algo nuevo, que o no se ha vivido o no se tiene ni idea de cómo acabará en realidad.

Se hace necesario, llegados a este punto, aclararse uno mismo respecto a lo que se va a hacer. Si lo que se va a realizar -con riesgo, con incertidumbre, con oscuridad- arranca de un planteamiento bueno (no correcto, en el sentido habitual del término, sino bueno), y se ha estudiado la raíz del problema, entonces hay que armarse de valor y lanzarse. El ser humano se equivoca con mucha frecuencia, es cierto. Y he aquí la obviedad de hoy: Se trata de entender que alguien tiene que confiar en ti para que te lances. La primera persona que debería apoyarte eres tú mismo. ¿Te lo crees o no te lo crees? Si ni tú mismo te lo crees, déjalo. La idea es que tú te lo crees, quizás poco. Potencia tu creencia. ¿Cómo?. Por ejemplo como el comisario de Warlock:
«Bueno, he venido a intentar explicarle un par de cosas, ayudante -dijo ahora, con diferente tono de voz-. Que cuesta mucho tiempo descubrir. Un pequeño detalle que he observado en su forma de desenfundar, para empezar.
-¿De qué se trata, comisario?
-Pues, que pierde usted un poco de tiempo y puntería, también, desviando la mano al sacar el revólver. Yo practicaría un poco alzándolo en vertical al desenfundar. Bajar la mano directamente al arma, subirla en línea recta con el revólver. Vi que desplazaba un poco la mano, como queriendo darle limpiamente en el centro, y perdió tiempo. Él perdió puntería. Separó tanto la mano que no alcanzó a poner el cañón en línea, y esa fue la razón de que fallara.
-Lo recordaré. No había pensado en eso, comisario.
Aguardó con nerviosismo. Blaisedell arrugó el ceño.
-La otra cosa -dijo- es algo de lo que hay que estar convencido, aunque yo no lo esté del todo… Bueno, es simplemente algo que hay que repetirse siempre. Una especie de orgullo que debe tenerse, y ha de ser auténtico. Que hay que tener. Se ve cuando un hombre no lo tiene. Quiero decir, que cuando alguien piensa que eres más rápido y mejor que él, está perdido. Eso se ve, y entonces no hay por qué apresurarse a disparar, porque es más que probable que falle. Como le pasó a Curley -añadió con voz apagada-. Yo sabía que iba a fallar.
Pero hay algo más -prosiguió frunciendo aún más el entrecejo-. Yo no… Yo…
-Algo más aparte de ser más rápido -apuntó Gannon.
-Eso es. -Blaisedell pareció aliviado-. Se trata de ser mejor. Un hombre ha de tener orgullo, pero ese orgullo debe sustentarse en una razón. Ha de ser auténtico, como he dicho. -Blaisedell sonrió fugazmente-. Supongo que me entiende. Los dos estáis igualados, en la calle. Es como si dos partes lucharan en el interior de un todo; antes incluso de que nadie saque el Colt. Dentro de uno. Y tienes que saber que eres la parte que va a ganar. Es decir, tienes que estar convencido.
-Sí, dijo Gannon, porque lo entendía.
-No puedes engañarte a ti mismo -concluyó Blaisedell. Se puso rápidamente en pie, se estiró, se puso el sombrero y se lo colocó bien-. Bueno, sólo es algo que pensé que podía transmitirle, ayudante.
-Gracias, comisario -dijo Gannon, levantándose a su vez.»
Extracto de Warlock, de Oakley Hall.
Si además eres de Bilbao, todo esto te sale más o menos solo.

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