Todavía no existe una definición clara y concisa para el término Web 3.0, pero podemos decir que es la siguiente evolución de Internet.
Si nos remontamos a principios de los años 90 podemos hablar de la Web 1.0, esa en la que el usuario era totalmente pasivo y su único rol era el de consumir la información que proporcionaban los portales como Terra. Hablamos de páginas estáticas, que ofrecían generalmente contenido en formato texto.
Años más tarde, a partir del 2000, se producía ya un gran cambio de paradigma. Llegaba la Web 2.0, y con ella la creación de contenido por parte del usuario. Fue a partir de ahí cuando se produjo la explosión de los blogs y cuando redes sociales como YouTube empezaron a hacerse un hueco. Internet dejaba de estar en manos de solo unos pocos, y el usuario pasaba de ser consumer a ser prosumer.
¿Y ahora, qué viene?
Pues parece que se avecina toda una evolución relacionada con lo que se conoce como web semántica. En esta web los usuarios y equipos interactúan con la red mediante un lenguaje natural que es interpretado por un software. Esto deriva en que los sitios web tienen la capacidad de relacionarse entre sí de acuerdo con los intereses del usuario.
La web 3.0 está relacionada con la inteligencia artificial y está basada en tecnología Blockchain. Este sistema (conocido por su relación con las criptomonedas) consiste en crear bloques de datos que se conectan unos con otros formando cadenas. Estas cadenas son públicas y existen de forma descentralizada, de tal forma que todo el mundo puede revisar qué contienen y rastrearlas. ¿Qué se pretende con esta tecnología? El reto es crear un método para que los buscadores entiendan la información y no se queden solo en clasificarla y mostrarla, de forma que las búsquedas serán mucho más rápidas y la experiencia mucho más personalizada.
Conociendo la tecnología sobre la que se construye la Web 3.0, podemos empezar a entender un poco mejor la idea de esta revolución digital. Es un paso hacia la descentralización de Internet y una apuesta por una Internet más transparente y segura. Lo que se persigue es cambiar la situación actual de centralización en la que estamos, donde grandes corporaciones acaparan prácticamente todo el poder.
Aún queda camino
La Web 3.0 nos plantea grandes retos, por lo que no será de aplicación generalizada en un corto espacio de tiempo. Lo cierto es que aún nos encontramos con muchísimas webs que no cumplen la normativa legal en lo que se refiere a protección de datos, o que no tienen un certificado de seguridad (que, recordemos, son totalmente gratuitos). Esto nos indica que aún tenemos que prepararnos y madurar como usuarios para adaptarnos al nuevo paradigma.
También quedan todavía puntos por aclarar, como pueden ser los límites de la privacidad del usuario, sus derechos, y en general, todo el entramado de seguridad en este nuevo ecosistema. Ahora bien, es importante que a todos nos vaya sonando este término, porque aunque no nos demos cuenta, ya estamos haciendo camino hacia la Web 3.0.
¿Y qué tiene que ver con el marketing?
Si la web 3.0 se adopta masivamente, conllevará importantes cambios en nuestro rol como usuarios y en la forma en la que consumimos información.
La clave está en el papel del buscador. Desde el punto de vista del posicionamiento de contenidos en los buscadores, actualmente se trabaja con las palabras clave y la estructuración de contenido para tratar de destacar entre miles y miles de resultados. La Web 3.0 nos alejará de este modelo, pues los buscadores del futuro tratarán de hacer una interpretación semántica de las páginas, ofreciendo menos respuestas pero de más calidad.
El objetivo en última instancia es que la Web 3.0 funcione como una red de conocimiento que sea capaz de recordar nuestros intereses y el contexto en el que trabajamos para ofrecernos exactamente lo que buscamos, ahí es nada. Está claro que al sector del marketing esto le exigirá darle una vuelta de tuerca a las estrategias seguidas hasta el momento. Así que Web 3.0, ¡te estamos esperando!