Por Concepción Aguilera. Médico.
La capacidad de olvidar y la tristeza son dos de los recursos psicológicos más importantes con los que cuenta el ser humano. Se olvida con facilidad aquello que nos hizo sufrir y, desgraciadamente, también el esfuerzo para conseguirlo. Forma parte de la historia de la humanidad avanzar haciendo caso omiso a las dificultades.
Pero también ocurre lo contrario. A veces esa facultad de superación incluso excede a la compresión de los profesionales de la medicina. Cada día observamos como alguien es capaz de remontar dificultades a veces imposibles de conseguir. Personas que con su empeño y manera de ver la vida, nos hacen creer en la esperanza y nos invita a mirar en nuestra capacidad de remontar dificultades.
Nos fijan el foco para entender que cada situación que superamos nos ayuda para la siguiente y así hemos logrado victorias sobre enfermedades, calamidades diversas y desencuentros entre pueblos. Nos enseñan que por increíble que parezca, el dia a día nos puede traer más soluciones que problemas.
Una actitud para la que conviene aprender a desoír mucho de lo negativo, lo negro, y todo lo triste que les rodea. Y es que a veces es un esfuerzo tan grande luchar contracorriente y tener esperanza, que casi siempre agota al que se lo propone. Pero la recompensa de tener esperanzas e ilusiones cada día, es tan grande que vale la pena el esfuerzo, aunque se consiga una pizca de esa tan deseada esperanza, que es la puerta de entrada, para sentirse bien, sentirse vivo.
Y ese se hace más viable cuando te rodeas de personas capaces de contagiar alegría, esperanza e ilusión en cada una de nuestras vidas. Y cuando te lo encuentres ya saben lo que tiene que hacer: Háganle caso. Procurar seguir su ejemplo.
Buscar la alegría allá donde se encuentre; ánimos y fuerzas debajo de las piedras, porque ese reconocimiento lo transmitirás al que estés a tu lado, y este a su vez a otro … y así haríamos una cadena invisible de fuerzas que no se podría romper, la generación de una ilusión colectiva.