Mari Cruz Soriano llevaba años alejada de la pequeña pantalla, pero en unos días reaparecerá en La 2 de TVE con Gigantes, un programa en el que retoma su género favorito: la entrevista. Periodista, presentadora, locutora, empresaria, pianista,…, en esta conversación repasamos su trayectoria profesional, su vuelta a la televisión y su opinión sobre el momento que viven los medios de comunicación y la información.
- Fue uno de los rostros más conocidos de la televisión de los 70 y los 80 y, en los 90, una de las voces de la radio, medio por el que llegó al mundo de la Comunicación. Es una profesional todoterreno, pero ¿cuál es su favorito?
- Si me tengo que quedar con uno, me quedo con la radio, porque es un medio muy auténtico. Y es que el fenómeno de la voz es único. La voz es como los ojos. Es esa parte del cerebro que se asoma, pero que, además, viene contaminada con tus pensamientos, con tus ideas, con tus emociones, con tu estado de ánimo,… En este sentido, me acuerdo que, cuando trabajaba en la radio, me llamó una persona invidente y me dijo que me conocía mejor que nadie. Que por mi voz, él podía saber cuándo estaba irritada, cuando estaba molesta, triste, enfadada,… Y es que la voz tiene el poder de la Humanidad. Tiene la fuerza de la razón y de la verdad del argumento. La prensa escrita te permite reflexionar, pero la voz es un impacto muy directo. Por eso crea, mucha fidelidad, porque, al final, cuando escuchas la radio, tú estás viendo a las personas que escuchas.
- ¿Quiénes han sido sus referentes en este medio?
- Básicamente, he escuchado a dos personas: Luis del Olmo e Iñaki Gabilondo. Alternaba sus escuchas, porque, además, me gusta coquetear con las emisoras. Son dos grandes que sea adoran. Son compañeros y colegas.
- Hablando de radio. Llegó a la COPE en 1996 para sustituir a Encarna Sánchez. Imagino que fue todo un reto.
- Sí, fue un reto, pero también fue más fácil de lo esperado porque, cuando llegué, recibí el encargo de hacer una radio distinta, una radio tolerante, plural, abierta y objetiva; quitarme del medio las pulseras imantadas o colchones que tenían efluvios mágicos. Y así fue. Hice una radio muy divertida y en un año me dieron varios premios importantes. El que más agradecí fue la Antena de Oro, porque la conceden los compañeros de radio y televisión porque entienden que has hecho un buen trabajo. El programa iba muy bien. Sin embargo, al tiempo, cambió la situación, empezaron las presiones y lo dejé.
- Entonces, ¿qué recuerdos guarda de COPE?
- Muy buenos. Había problemas de presiones, de listas negras, de censura, falta de formas,…, pero mi equipo era maravilloso, era gente magnífica. Eran redactores excepcionales, cronistas maravillosos. Creé un consejo de redacción, que hasta entonces no existía; di por primera vez derecho de réplica a los oyentes en antena; abrí los micrófonos para que la gente pudiera opinar, sin discriminación, porque anteriormente había habido mucha criba,… En fin, fue genial.
- Pero se retiró del primer plano de los medios de comunicación.
- Sí. Pero no he parado de trabajar en Comunicación. El Marketing es mi especialidad y buena parte de este tiempo he estado en Euro RSCG (ahora grupo Havas), dedicada a temas de marketing directo y promoción de ventas. En los últimos años, también he estado conduciendo las tertulias mensuales del ciclo Charlas con Valor, en Zaragoza, ciudad en la que resido desde hace casi 20 años y en cuya vida también he participado mucho. Si alguien tenía dudas, he estado muy activa.
- Y ahora vuelve a la televisión.
- Sí, después de 30 años. ¡Una locura!
- ¿Por qué ahora?
- Pues ha sido a raíz de las Charlas con Valor, una iniciativa que ha tenido bastante acogida y en la que me lo he pasado muy bien. Me he pasado 15 años explicando porque dejé la televisión y otros tantos explicando porque no volvía. Y ahora que la gente ha dejado de preguntarme, he dicho: ¡Este es el momento! (se ríe). No, no, no es eso. Me ha animado mucha gente, pero sobre todo tengo un proyecto que me encanta, un espacio de conversaciones con diferentes figuras, en el que he querido bucear en el ser humano de verdad.
- Gigantes, que se estrena el 4 de octubre a las 23.30 horas en La 2, es un programa de entrevistas. La entrevista es un género complicado, sin embargo, parece ser su género fetiche. ¿Es en el que más a gusto se siente?
- Es mi oficio. Pero sí, la entrevista me encanta. Se podría decir que tengo una curiosidad insoportable. Además, me gusta prepararme las entrevistas muy bien. Me paso mucho tiempo estudiando a mis “víctimas”, les llamó así cariñosamente. Y cuando se sientan, tengo la sensación de que las conozco. Y lo que no conozco, lo pregunto. Pregunto, pregunto, pregunto,… Me gusta interactuar y que la gente participe.
- ¿Cuál es el secreto de una buena entrevista?
- Para mí, lo fundamental, es elegir a la persona que entrevistar. Si entrevistas a un tonto, puedes terminar diciendo tonterías. Por el contrario, entrevistar a personas que han hecho muchas cosas, que tienen una gran biografía y experiencias de todo tipo, es muy enriquecedor. Además, otra baza mía como entrevistadora, es darles la tranquilidad de que no les voy a denigrar. No me interesa buscar en la basura de su vida una factura sin pagar. A mí me interesa conocerles de verdad: Cuáles han sido sus sueños, sus fracasos, cuándo les golpeó con más dureza la vida, cuando fue más amorosa,…, En definitiva, conocer al ser humano. Por eso, trato de elegir muy bien a mis entrevistados. Algo que, además, he podido hacer casi siempre.
- Eso es un privilegio.
- Se podría decir que sí, pero también me lo he currado mucho. Soy muy trabajadora. Extraordinariamente trabajadora. No tengo horas.
- ¿Ha cambiado mucho el mundo de los medios desde sus comienzos hasta ahora?
- Abismal, abisal y profundamente. Y no para bien. Vamos a dejarlo en para regular. Me llama mucho la atención la trivialización del producto televisivo, la falta de datos que hay o como las noticias se orientan hacia lo más llamativo, que no suele ser ni lo más positivo ni lo más real. Se trata de captar al espectador, pero no de hacerle reflexionar. Tengo la sensación de que el público se ha infantilizado. Hay una especie de atiborramiento generalizado de información que hace que estemos todos atascados. Y luego está todo el tema de las Fake News y la postverdad.
- ¿Qué opinión le merecen estos dos fenómenos?
- Son dos fenómenos que no me entran en la cabeza en una sociedad normal que aspira a tener algo de información. Aceptarlos es admitir como válido que te están engañando. Y no hay una legislación que te proteja de esto. Estamos viviendo una auténtica tragedia, porque no estábamos bien formados como público para elegir bien y, pese a eso, nos están atiborrando –como a las ocas- de información, que, muchas veces, es falsa. Son infundios, calumnias,… Eso, como sociedad, nos pervierte y, en el mejor de los casos, nos condena a la desinformación y, en el peor, a lo que está pasando, al enfado. Por eso, deberían legislarse ya.
- Por cierto, a muchos nos viene a la cabeza su faceta como pianista. ¿Sigue tocando el piano?
- Sí, desde hace un tiempo. De hecho, cuando entrevisté a Montserrat Caballé para Gigantes en el Liceo me pidieron que tocara y así lo hice. Más de uno se sorprendió.