Un imbécil

Idiota

Creo que todos tenemos, al menos, cinco minutos al día donde sacamos la idiotez que llevamos dentro. Lo importante es que esos cinco minutos nos pillen solos y no en familia o trabajando.

Da pena cuando hay personas que les gusta trabajarse la idiotez y los cinco minutos los convierten en horas. No entiendo el porqué de ese interés nada fértil para la sociedad.

Lean despacio la leyenda arriba plasmada. Para el resto es insufrible el aguantar a tanto idiota que, en la mayoría de las ocasiones, les acompaña un claro barniz de mala educación.

Montemos círculos reivindicativos, asociaciones contra la defensa del “no idiota”, organicemos jornadas de imbéciles anónimos pero en cualquier caso tengamos paciencia con todos ellos porque es difícil su cura.

Todos tenemos uno. No lo abandones. El nunca lo haría.

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