El recientemente nombrado decano de la nueva Facultad de Comunicación y Ciencias Sociales de la USJ tiene entre sus retos encontrar las sinergias oportunas entre todas y cada una de las titulaciones que acoge el centro. Y todo ello, sin perder de vista las demandas de la sociedad, para poder darles respuesta. Y es que, en su opinión, la Universidad no puede ser una torre de cristal aislada de la realidad. Y menos, cuando quienes se forman en ella son futuros profesionales de la Comunicación.
- Experto en cine, guionista de documentales y ficción, productor, pionero storyteller de universos transmedia. ¿Alguna vez se le había pasado por la cabeza ser decano en una universidad?
- La verdad es que no. Pero a una persona como yo, amante de los retos, me parece un bonito desafío. Porque, además, estamos en una facultad en la que se acaba de inaugurar la fusión de distintas disciplinas: todo lo que era el área de Comunicación, las Ciencias Sociales y la Educación, dando lugar a la Facultad de Comunicación y Ciencias Sociales. Todo eso conforma una macro área que podríamos distinguir con lo que antes eran las Humanidades. Somos la facultad que engloba toda esa tradición humanística y de ciencias sociales frente a las otras, que son más técnicas o de salud. Es un punto de partida muy interesante, porque, además, soy de los que entiende la Universidad desde un punto de vista transversal y como etimológicamente nació, con el concepto de universitas, conocimientos unidos. Y creo que la excesiva especialización que está imponiendo nuestra sociedad debería contrarrestarse con esta visión más poliédrica, holística y transversal.
- Habla de una visión más poliédrica de la Universidad. En el caso de la Facultad de Comunicación y Ciencias Sociales, ¿cómo pueden llegar a interrelacionarse todas estas disciplinas?
- Mi voluntad es encontrar las sinergias oportunas entre todas y cada una de sus titulaciones. Entiendo que todos los educadores tienen que saber comunicar, que todos los comunicadores tienen que saber vehicular a través de técnicas de educación y, a su vez, toda la comunicación tiene una vertiente de Derecho, de Marketing, de Administración de empresas. No estamos hablando de compartimentos estancos. Obviamente, cada disciplina tiene sus propias características y especificidades, pero no son ajenas las unas de las otras. De ahí que haya que buscar esas sinergias. Y no es fácil, porque no estamos hablando de especies de la misma naturaleza. Sin embargo, eso que pudiera ser un problema, queremos plantearlo como una oportunidad.
- ¿Cuáles son sus principales retos?
- En estos momentos, creo que el fundamental es cohesionar y generar una argamasa entre todos estos elementos que son dispares. Pero luego, obviamente, los retos vienen dados por la propia dinámica de la Universidad. Nos encantaría tener muchos alumnos, que estas titulaciones fueran exitosas, queremos mantener el nivel de docencia (que creo que es bueno) y, por supuesto, esos retos que nos impone la propia dinámica social, como es mejorar en investigación. Estamos implementando medidas para que los profesores que tienen mucha docencia y lo hacen muy bien, también desarrollen un perfil investigador, así como fomentar su proyección profesional en el exterior. Es muy importante visibilizar nuestro buen profesorado, que se muestren en las plataformas de la sociedad aragonesa, en particular, y nacional, a ser posible.
- Son muchos los estudiantes que se quejan de la falta de adaptación de los planes de estudio a la realidad profesional. ¿Están bien orientadas las carreras de comunicación de la USJ?
- En particular, las de Comunicación, por los informes que manejamos y por los resultados de los egresados y su colocación en el mercado laboral, puedo decir que sí. En la USJ se ha hecho un esfuerzo por adecuar las carreras a las necesidades sociales y hay una preocupación constante sobre ello. En este sentido, mantenemos una comunicación y relación continua con las instancias sociales y hacemos numerosas colaboraciones y prácticas con empresas, para que la universidad no sea un laboratorio aislado de la realidad. La Universidad no es una torre de cristal al margen de todo lo que ocurre. Debe tener una conexión con lo social. Somos conscientes y estamos en ello. No obstante, puedo asegurar que hay mucho trabajo hecho. Y aunque debemos mantenerlo y potenciarlo, se puede decir que es una tierra labrada y cultivada.
- El sector de la Comunicación ha pasado por unos años difíciles. Sin embargo, son muchos los jóvenes que siguen apostando por estas titulaciones. ¿Llegan movidos por la vocación o por otras cuestiones?
- Los estudiantes de Comunicación son muy entusiastas, muy vocacionales. Y aunque se está viviendo una etapa de cambios muy profundos, que generan cierto desconcierto, también es verdad que la sociedad está cada vez más enmarcada en los procesos de comunicación. Y saben que eso va a ser necesario. Pero es necesario un replanteamiento al que nosotros también estamos intentando adecuarnos. Estamos tratando de que nuestros planes de estudios sean acordes a las necesidades que se plantean y creo que, en ese sentido, nuestros grados lo consiguen.
- ¿Se va hacia grados más interdisciplinares?
- La especialidad la marca la sociedad. No obstante, lo que sí que pretendemos es que nuestros grados de comunicación estén muy conectados con las necesidades, las metodologías y con los planteamientos novedosos. Estamos incidiendo mucho en la parte tecnológica, en la lógica transmedia, en el personal branding,… Estamos intentando posicionarnos con las demandas de la sociedad. Es una de las ventajas que tenemos las universidades privadas. Somos más versátiles, dúctiles, maleables y flexibles, por lo que, en un momento determinado, necesitamos menos tiempo para reconducir el rumbo.
- Por otro lado, ¿no se está formando a muchos profesionales en un sector que, por su propia estructura, es incapaz de absorberlos?
- Los datos de los egresados demuestran que el paro afecta mucho menos a los universitarios. Lo que ya no se puede garantizar es que un graduado en Publicidad y Relaciones Públicas trabaje directamente en lo suyo, pero a lo mejor lo hace en una empresa de tecnología web. La proyección laboral existe y los porcentajes son buenos. La formación no cae en saco roto y puede servir al futuro profesional como base para que luego se dedique a distintas cosas. Creo que la universidad hay que verla como un punto de partida, no como un punto de llegada. Y, además, nuestros alumnos deben mentalizarse de que vienen a prepararse su trabajo, no solo a conseguir un título. De ahí la interacción con empresas de la que hablaba antes. No debemos pensar en los alumnos no como objetos pasivos sino como sujetos activos que puedan proyectarse hacia las necesidades laborales.
- ¿Hacia dónde cree que va el sector de la comunicación?
- Está viviendo una consecuencia de las transformaciones tecnológicas y de la sociedad. Hay una serie de indicios que lo están manifestando. Por un lado, nos encontramos la pérdida de confianza en los medios tradicionales. Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la lógica transmedia. Cada vez adquieren más importancia los medios digitales. Cada vez se vehiculan más las noticias a través de dispositivos transmediáticos, es decir, hipermedia. Y eso va a ir a más. Todo esto apunta a que se va hacia una mayor flexibilidad y una mayor intermediación tecnológica, que, como formadores, tenemos que tener en cuenta.
- ¿Y en el caso de la comunicación corporativa?
- Creo que todavía queda mucho que avanzar en ese campo. De hecho, las oportunidades de trabajo de nuestros futuros egresados van por ahí. Que las empresas entiendan que deben tener gabinetes de comunicación, trabajar su imagen corporativa, el branding… Se abre un enorme abanico de posibilidades, en el que la comunicación y las competencias que aquí estamos formando son muy importantes. Y no estrictamente en los nichos que hasta ahora han sido los tradicionales de la comunicación.
- ¿Qué tipo de perfil profesional se va a demandar?
- Yo creo que un profesional muy versátil. No obstante, estamos en un momento de transición. Y en cualquier transición, hay un desconcierto. Las empresas no acaban de ver esa dimensión comunicativa, pero, al mismo tiempo, ven que es necesario. Los periódicos se están reconfigurando,… Es una crisis. Y eso, de alguna manera, desconcierta, porque vivimos contradicciones. Sin embargo, ese momento de desconcierto es, al mismo tiempo, una oportunidad inmensa, esperanzadora. Tenemos que adaptarnos y somos conscientes de esos desafíos modernizadores que queremos llevar a cabo.