Es cierto que, loco por apropiarse de la opinión del colectivo gay, no nos extraña nada la espídica euforia de Pablo Iglesias el día del Orgullo en Madrid. Me llama la atención y me divierte la moderada actitud del señor Gabilondo intentando seguir la música, pero no menos que el desacompasado contoneo del señor Carmona -llamado el “tonto” por Pablo Iglesias-.
En esta competición por ser más progre que el de al lado, creo que, salvo don Ángel Gabilondo, ninguno de los anteriormente mencionados dudaría en enfundarse un traje de drag queen y deleitarnos con sus plumas al viento.
Me gustaría pensar que el colectivo gay no es imbécil y, además de fiestas, entiende de política y de economía. Los políticos de la oposición -no invitados al desfile y que tanto hicieron por el día del Orgullo Gay en Madrid- estuvieron mejor viéndolo desde casa. Imagínense que sintieran la necesidad de competir por el voto del colectivo y terminaran desbarrando en el escenario.