La comunicación, tanto la externa como la interna es como la fe. O se cree en ella o no, pero con todas las consecuencias. La SD Huesca, club tantas veces modélico en modos y maneras, tiene su gran rémora claro está, en materia de comunicación. Solo así se explica la cadena de errores que acumula en los últimos meses en ese campo que a la vista de las decisiones consideran secundario, cuanto menos.
La gota que colma el vaso es la salida en estos días de Diego Pesqué, director de Comunicación y Marketing de la entidad. De mutuo acuerdo, eso sí. Quede claro ya que aparecen voces en el Consejo que se encargan de “vender” que es otra cabeza cortada dentro del dudoso plan de ajuste económico que anunciaron. Se va por no poder trabajar con comodidad y por cambiar de forma unilateral la relación contractual, así de fácil. Mutuo acuerdo y extinción del contrato.
Cuando no se tiene un Mágico al que referenciarse, un manual de actuación en imagen y comunicación es muy difícil acertar en esta materia. Las últimas comparecencias públicas por un lado y las comunicaciones internas a los empleados por otro son un monumento a lo que no debería hacerse en materia de comunicación. Un error deja paso a otro de mayores dimensiones.
Error de comunicación
Comunicar sin previo aviso una rebaja salarial a los empleados por correo electrónico debería ser visto primero como una desconsideración y luego como un error de bulto. Pasan así los empleados a ser malos prescriptores de la empresa, algo que con una comunicación adecuada se evitaría sin aspavientos. Todo ello en tiempo de crisis institucional y de resultados. Es decir, la tormenta perfecta.
Cuando las comparecencias públicas las protagonizan expertos en economía y leyes, pero no en comunicación, el resultado suele ser caótico. Notas de prensa aclaratorias o apariciones para dar un canutazo que fije posición ante el revuelo creado, suelen ser moneda de cambio habitual en un club que anda sin norte en este campo.
Hablamos de crear una corriente de opinión, de dirigir las acciones coordinadas en pos de un mensaje único e inequívoco. Ahí es donde el club también va a la cola. Pero la clave está en la figura de un portavoz. Se pide a gritos de una santa vez alguien que trasmita serenidad y alguna dosis de cordura en el día a día. Alguien a quien no le tiemblen las piernas al ver a periodistas frente a sí y que cuente su verdad cerrando el paso a especulaciones que generalmente no hacen más que meter más “ruido” en el canal y enmarañar el éter, perjudicando a la entidad y desgastándola hasta la saciedad.
Comunicar es difícil, pero todo se aprende. Si hay voluntad claro está. Todo ello en la semana del derbi contra el Real Zaragoza. Ya lo ven, tampoco se elige la mejor semana para este culebrón. Aquí no aciertan ni cuando rectifican.
