Laura del Río (Valladolid, 1982) contesta a las preguntas de Extradigital desde La Paz (Bolivia) sin demorarse pero cuidando cada concepto desde la necesaria honestidad que le exige su profesión. Maldita.es, un medio sin ánimo de lucro, ha enviado hasta allí a su coordinadora de Maldito Bulo para impartir un taller sobre “Noticia y posverdad: Cómo detectar y tratar la mentira en las redes sociales” el pasado 24 de enero. Un curso organizado por la Fundación para el Periodismo del país andino para profesionales del sector.
La trayectoria de esta periodista castellano y leonesa ha calado en varios destinos. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid en 2005, comenzó como corresponsal en Berlín para la Cadena COPE entre 2005 y 2009. También realizó colaboraciones para El Mundo y El Economista, pero fue en la Agencia Alemana de Prensa (dpa), donde empezó a tomar contacto con técnicas de verificación. «Allí me di cuenta de lo importante que es conocerlas para poder ejercer un buen periodismo en la actualidad», cuenta del Río, muy consciente de que la verificación «es un servicio a la ciudadanía».
Ahora esta profesional todoterreno aúna el periodismo científico de sus colaboraciones en la revista Principia Magazine con su labor diaria en un medio que se dedica a «crear herramientas periodístcas para que no te la cuelen». «Tengo la suerte de poder formar parte de un equipo innovador y pionero en dar la batalla contra la desinformación», añade, la muy «maldita».
He empezado a hablar contigo utilizando un término que está en boca de todos pero que, según me cuentas, es incorrecto. ¿Por qué hay usar «desinformación» frente a «fake news”?
Por un lado, el termino “fake news” es utilizado de diferentes maneras, en algunas ocasiones para atacar a los medios de comunicación. Lo hace por ejemplo Donald Trump al referirse a periódicos como The Whashington Post o televisiones como CNN, a los que denomina “fake news media”. Además, la desinformación o los bulos abarcan mucho más de lo que lo normalmente entendemos por “noticias falsas” o “fake news”. Un bulo puede ser un audio, una cadena de WhatsApp, una supuesta cita inventada, una fotografía descontextualizada, un contenido irónico que empieza a viralizarse como si fuera real, etc. Parte de lo que suele denominarse “noticias falsas” ni siquiera han pretendido nunca ser una noticia. Así que no le demos ese nombre.
Como coordinadora de Maldito Bulo, ¿qué tipo de desinformaciones desmontáis en esta sección?
Desmontamos todo tipo de bulos: tuits falsos, audios alertando de supuestos robos o secuestros, cadenas de WhatsApp con información falsas o que alertan de falsos virus informáticos. También fotografías o vídeos descontextualizados, contenidos falsos publicados en webs, etc. Además, advertimos sobre intentos de timo y phishing, una técnica que intenta hacerse con los datos y con el dinero de las personas suplantando, por ejemplo, a marcas conocidas o a través de falsos sorteos o promociones.
¿Trabajáis en colaboración con otras secciones de Maldita.es?
Las temáticas que tocamos son muy diversas: desde la política al consumo. Por eso trabajamos codo con codo con Maldita Migración, Maldito Feminismo y Maldita Ciencia para desmontar la desinformación que circula sobre esos ámbitos. Por ejemplo, una de cada tres consultas que nos llega está relacionada con temas migratorios.
De todos los bulos que os han llegado, elige ese inolvidable del que pensaste: “no es posible que la gente se haya creído esto y que, además, se haya viralizado tan rápido”.
Más que el hecho de que la gente se crea algo, me sorprende cómo algunos bulos tienen la capacidad de viralizarse muy rápido y además de volver cada cierto tiempo. El año pasado ocurrió por ejemplo con un vídeo de unos chicos agrediendo a su profesora en un aula. Se dijo que había ocurrido en distintos puntos de España (Granada, Melilla, Almería, Cataluña…) y que los agresores eran menores extranjeros no acompañados. Lo cierto es que ocurrió en Brasil. Lo desmentimos en su momento pero después volvió. La ventaja es que cuando un bulo así regresa, lo identificamos y respondemos muy rápido.
¿De qué herramientas dotáis al ciudadano desde Maldita.es para distinguir lo que es mentira de lo que no lo es?
En nuestra web tenemos una caja de herramientas donde recogemos las principales que utilizamos en nuestro trabajo diario, como las de búsqueda inversa de vídeo e imágenes. También tenemos manuales y vídeos con consejos para identificar la desinformación y artículos explicativos sobre los distintos tipos de bulos. Una de nuestras patas fundamentales es Maldita Educa, desde donde impartimos charlas y talleres para todos los públicos: estudiantes, personas mayores, periodistas… Todas las semanas elaboramos un pequeño manual sobre un tema diferente en stories de Instagram y recibimos y respondemos a las consultas de nuestra comunidad a través de nuestro servicio de WhatsApp (655 19 85 38), Twitter, Facebook e Instagram. También se pueden dejar consultas y aportar pistas en nuestra Buloteca y contamos con un boletín diario de WhatssApp y Telegram y con un podcast semanal.
Acabas de impartir un taller sobre posverdad en La Paz, ¿con qué ideas fundamentales te gustaría que se hayan quedado los participantes?
En las charlas y talleres que imparto siempre hago hincapié en que una parte muy importante del trabajo que hacemos en Maldito Bulo se basa en el periodismo de toda la vida: saber encontrar información, consultar fuentes y contrastarlas y no publicar algo si no se está seguro de su veracidad. Conocer herramientas tecnológicas es una parte muy importante pero también lo es levantar un teléfono o escribir un e-mail a las fuentes oficiales para contrastar algo
¿Tendría que ser este tema asignatura obligatoria en el Grado de Periodismo?
Creo que sí debe formar parte del currículum del Grado de Periodismo. Tanto para estudiantes que quieran especializarse en verificación como para los que vayan a trabajar en otros ámbitos periodísticos. Seguramente en algún momento todos se enfrentarán a la necesidad de saber diferenciar si una cuenta de Twitter es oficial o no o si una imagen corresponde al acontecimiento que se atribuye.
¿Puede haber verdad dentro de la mentira? ¿No será que a veces somos nosotros mismos los que nos autoengañamos, los que preferimos creer en algo sin verificarlo?
Eso de lo que hablas son los sesgos y todos los tenemos. Como explicamos en uno de nuestros artículos, nuestro cerebro usa atajos mentales para simplificarnos la vida cotidiana. También para librarnos de todos los procesos mentales que tendríamos que hacer si procesásemos toda la información sensorial que recibimos. El problema es que esos atajos pueden llevarnos a hacer juicios incorrectos o interpretaciones erróneas. Son los sesgos cognitivos y algunos de ellos nos pueden hacer caer en los bulos. En alguna ocasión podemos llegar a compartir un contenido falso simplemente porque nos ha provocado una emoción y no hemos racionalizado y reflexionado sobre ello.
¿Podemos llegar a ser conscientes de esos sesgos?
Ser conscientes de que existen puede ayudarnos a combatirlos, aunque no es fácil. En Maldita.es hemos elaborado cinco consejos para hacerlo con la ayuda de Cristina López Tarrida, experta en ingeniería social. Pueden consultarse en este vídeo.
El año 2019 ha sido convulso a nivel político en España. ¿Esto ha dado de comer a la desinformación?
Los grandes acontecimientos informativos suelen generar desinformación. En 2019 lo vimos especialmente con los disturbios tras la sentencia del procés en Cataluña, cuando desmentimos más de 50 bulos y desinformaciones. También tras las elecciones generales del 28 de abril y del 10 noviembre, cuando surgieron bulos sobre todos los líderes y partidos y sobre supuestos fraudes electorales. La desinformación también ha surgido cuando se han producido desastres medioambientales, como los incendios del Amazonas, Canarias y ahora Australia, o con la DANA del verano pasado.
Y ahora la eterna pregunta. ¿Qué o quiénes generan desinformación y por qué?
Tenemos identificados tres motivos principales por los que se difunden bulos. Uno de ellos es con un afán lucrativo. Por ejemplo, cuando se publican titulares muy llamativos que luego no están relacionados con el contenido sólo para conseguir tráfico en la web y monetizar (el denominado clickbait). O en los casos de phishing, que intentan hacerse con datos sensibles o estafar dinero. Otro motivo es la “pura maldad”, si queremos llamarlo así, sencillamente por ver hasta dónde puede llegar una mentira. Y un tercer motivo, y este es el más peligroso: para generar un determinado caldo de cultivo y generar un estado de ánimo en la opinión pública, como puede ocurrir con la desinformación sobre migración, sobre género o la que ataca a las bases del sistema democrático.