Lo tiene todo. A juicio de sus encendidos defensores, la Princesa Leonor tiene todos los ítems que le hacen ser la Princesa deseada para convertirse en marca reconocible que ya se empieza a expandir no solo por la Europa de la realeza sino por todos los rincones en los que se nos quiera escuchar. Llega la Leonormanía.
Su puesta de largo institucional, jurando la Constitución frente a algunos diputados que le pretenden romper en añicos con la tan machacona “amnistía”, constituye por sí mismo un acto de valentía con grandes dosis de reto.
La lupa del juicio sobre la heredera está más encima que nunca sobre una Leonor que en cada movimiento parecen encandilar más a sus defensores, y los hay de manera creciente a cada paso que da. Para unos es su cara risueña, para otros su compromiso con el ejército, los hay que quieren ver en ella un rostro amable, maduro y cargado de ingenuidad, y otros la catalogan como la Princesa más guapa de Europea… Sea como fuere asistimos al nacimiento de un fenómeno nuevo, la Leonormanía.
Impacto mediático y social
En la monarquía española no se recuerda un impacto mediático y social semejante con ningún otro de sus miembros. Ni la llegada de Letizia a la Casa Real, ni esa inconcebible exclusión realizada sobre el Rey Emérito alcanzaron en su día el tirón de este nuevo fenómeno. A ello ayuda y de forma decisiva una más que discreta y medida presencia de la Cadete Borbón en la red TikTok. Millones de seguidores hacen patria junto a ella y alaban sin cortarse lo bien que le sienta el traje, la melena tan bien recogida que luce o lo poco amiga que parece a ponerse potingues en la cara.
Sea como fuere, las revistas del papel cuché de referencia en España coinciden todas en sus adelantadas ediciones especiales con motivo de la jura de la Constitución en colocarla en sus portadas. Buena foto a sangre en cada portada y una historia diferente narrada alrededor del nuevo fenómeno que parecía reservado solo a futbolistas. Pues no. El último producto de marca se llama Leonormanía y va a dar mucho que hablar. Al loro con ella, Princesa. No es la “Princesa” de Joaquín Sabina, pero a nosotros nos vale. Ya lo creo que sí y más si jura como estos días. Esta no promete, esta jura. Como tiene que ser.
