«Mujeres entre Guerras» (Estudio Ediciones) es una historia de historias sobre Historia que probablemente quede para la historia a poco que el ‘run run’ se extienda. La obra de Gloria López de María podría encajonarse en el estante de las noveles históricas, de viajes, románticas, de memoria, documentalista … pero ante todo es un documento de ficción muy real, que disfraza tintes de autobiografía, donde reivindica el papel de las mujer en los conflictos internacionales; alerta de las miserias y grandezas de la condición humana, y a la vez es una visión pedagógica de un tiempo histórico que quizás todavía esté vigente. Y todo ello, con la escenografía literaria de Barcelona, Grecia, Estambul, Chipre y Egipto. No sé que leerás este verano (esta es buena opción), yo sí tengo claro que voy a releer.
¿En qué medida pretende ser esta novela una reivindicación del papel de la mujer en los conflictos que cambiaron el mapa de Europa en el siglo XX?
Mi idea no era la de reivindicar nada, pero es cierto que las mujeres han tenido en las guerras un papel importante, que después se ha intentado minimizar y olvidar. Durante los conflictos armados han sostenido la economía desempeñando trabajos que hasta entonces les estaban vedados. Cuando los hombres se iban al frente las mujeres ocupaban el lugar que hasta entonces ocupaban en los despachos y las fábricas sus maridos, sus hermanos, sus padres, y por supuesto también fueron imprescindibles en el ámbito sanitario.
También ha habido mujeres que han desarrollado una importantísima labor periodística, fotógrafas, corresponsales de guerra, muy poco conocidas. Aquí por ejemplo, en España tenemos el caso de Carmen de Burgos que aparece precisamente en la novela y que ya cubrió como corresponsal de guerra para el Heraldo de Málaga la guerra del Rif. También Sofía Casanova cubrió las dos guerras mundiales para el ABC. Y no olvidemos a Lee Miller que tuvo la osadía de bañarse en la bañera de Hitler o Martha Gellhorn, que con Hemingway, con el que luego se casó, cubrió la Guerra Civil Española, y en el desembarco de Normandía se hizo pasar por camillero, porque no le permitían ir como corresponsal de guerra… Ha habido grandes mujeres que han hecho cosas a las que no se dio la importancia que les correspondía.

En un tiempo narrativo como el que abarca esta novela, que son más de 25 años, y a pesar de que tiene más de 600 páginas, el tiempo es algo que se palpa, se ve evolucionar a los personajes, crecer. ¿En qué medida ha sido importante para su autora el paso del tiempo como elemento narrativo?
El tiempo nos pasa a todos. Es una constante en nuestra vida. Cuando somos jóvenes queremos que pase rápido, la ambición y la aspiración de los jóvenes es ser mayores. Y te das cuenta entonces de que se te ha pasado gran parte de la vida. Esto es algo que yo pretendía hacer: una novela real sobre personajes reales a los que les pasa la vida.
Estamos hablando de una novela ambientada en uno de los periodos más convulsos para Europa… y sin embargo no vamos a encontrar en el texto tramas inverosímiles de espías (aunque los hay) ni asuntos esotéricos, sino vidas relativamente sencillas, pero con la indisociable dosis de pasiones y aventura, en medio de un cataclismo. ¿Por qué ha querido que fuera así?
Mi intención era contar una historia verosímil, incorporando los sitios por los que he viajado que me han gustado: Estambul, El Cairo, el Nilo, las islas del Jónico… Son sitios que me han impactado por su belleza y por eso he querido llevar allí a mis personajes. Pero claro, una novela debe tener emoción, un poco de chispa, de intriga, y por eso hay un trasfondo de espionaje que me permite llevar a mis protagonistas a Chipre, a Egipto, e introducir personajes enigmáticos.

Hasta ahora, su universo literario había estado circunscrito a los límites del cuento, del relato, con excepción de una primera novela, de extensión relativamente corta, y sin embargo, ahora da el salto a una obra de más de seiscientas páginas. Da la impresión de ser la novela que lleva años pugnando por salir, una colección de historias que ha conocido, más o menos de cerca, y que ha querido coser, por fin, para que no se pierdan.
Cuando uno es joven y está inmerso en su vida profesional, con familia a la que atender, es muy difícil dedicar tiempo para escribir. Por eso me había limitado siempre a relatos cortos, a pequeños cuentos. En realidad tenía en mente hacer una trilogía, una saga familiar. En la novela hay diferenciadas dos partes y la primera de ellas podría ser perfectamente una novela independiente.
Durante la pandemia seguí escribiendo y comencé la segunda parte que empieza cinco años después, y en ella llevo a los protagonistas a Egipto y hacen este precioso viaje por el Nilo donde surgen amores y pasiones. Teníamos todo el tiempo del mundo, no podíamos salir de casa, no podíamos hacer nada, así que me dediqué a escribir y lo terminé durante el confinamiento. Decidí refundirlos en una única novela y publicarla.
Por último, dentro de dos semanas, un lector que ha disfrutado mucho con la novela la reconoce andando por la calle, dando un paseo, se para y le dice algo que a usted le emociona mucho. ¿Qué es lo que más le puede emocionar que le diga ese lector?
Que ha aprendido cosas que no sabía, que ha recordado algo que le contaron sus padres, que ha conocido a personajes históricos que desconocía… pero sobre todo, que ha habido algo en el libro que le ha emocionado.