Joseba Bonaut es el decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge. Asumió el decanato en plena crisis económica, pero ha trabajado para dar un nuevo estilo al centro. Es de los que cree firmemente en la labor social que ejerce el periodismo y anima a los medios tradicionales a que cambien el chip para volver a acercarse a su público.
- Lleva casi tres año como decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge. ¿Qué balance hace?
- Positivo. Hemos conseguido darle un nuevo estilo a la facultad, un nuevo sello, sobre la base de lo que debe ser una facultad moderna. Y, todo ello, en una época complicada y difícil, porque ha sido el periodo de mayor crisis económica y también universitaria. Y pese a esa dificultad, debo decir que se trata de un momento apasionante.
- ¿Se ha notado mucho esa crisis en las matriculaciones?
- Sí. Pero hay que tener en cuenta que en nuestra facultad hay dos factores que influyen. Por un lado, la crisis económica, que se ha traducido en una caída general de las matriculaciones en todas las universidades. Por otro lado, la situación de la Universidad, como institución en sí, es bastante compleja. Los vaivenes que provocan los cambios de planes de estudio conllevan, a su vez, una inestabilidad bastante importante. A esto se suma que hablamos de una facultad, en la que se imparten estudios sobre periodismo, un sector que tampoco pasa por su mejor momento.
- Pese a la crisis del sector, todavía hay demanda para las titulaciones relacionadas con la comunicación. ¿Qué motiva a los actuales alumnos a matricularse en estos estudios?
- Yo le daría la vuelta a la pregunta. Le preguntaría a los actuales periodistas cuál fue, en su momento, su motivación para estudiar periodismo. Y si les vale para la actualidad, es que esa motivación sigue valiendo. Que el sector esté mejor o peor no significa que la motivación cambie. De hecho, esa pregunta se la hago a los responsables de los medios de comunicación cuando recomiendan a sus hijos que no estudien periodismo. Me parece una gran contradicción. Todavía hay gente que quiere seguir ejerciendo la función social que conlleva el periodismo, ser crítico…, no les importa que haya o no salidas laborales.
- ¿Qué titulación está funcionando mejor en la Facultad de Comunicación?
- Va por épocas. Periodismo, que ha sido el buque insignia de todas las facultades de Comunicación, no pasa un momento boyante. Además, hay que recordar que, desde 2008, la Universidad de Zaragoza ofrece también esta titulación. Ahora es Publicidad y Relaciones Públicas el grado que más empuje tiene.
- ¿Cómo ve los medios de comunicación?
- Creo que los medios de comunicación tradicionales viven una auténtica crisis. No van a morir, pero tienen que cambiar su visión. La comunicación ha cambiado muchísimo y los medios, especialmente los impresos, deben cambiar el chip, deben darse cuenta de que la realidad social y las necesidades son otras y tienen que reflexionar sobre cuál es su verdadera función. Pero hay quien no quiere darse cuenta. Si no, que se pregunten por qué los alumnos de periodismo no quieren trabajar en esos medios. Y es que saben que hay otras realidades y necesidades de comunicación que les motivan bastante más. Quizás también sea porque los medios no son libres, se han desconectado de su público. La gente quiere otro tipo de información. Ni siquiera creo que funcionen económicamente en esa situación. Hoy por hoy, la rentabilidad no la consiguen con el periódico, sino en otros ámbitos, como el audiovisual, aunque no lo quieran reconocer. Y en esta comunidad tenemos muchos ejemplos.
- ¿Considera que están adaptados los planes de estudio a la realidad profesional?
- Depende de en qué facultad. Lógicamente, la USJ tiene una mayor capacidad de adaptación, porque tenemos un menor volumen de alumnos. Además, estamos muy atentos a lo que ocurre en la realidad profesional para incorporarlo a nuestros planes. Tenemos muy claro que el plan de estudios no puede estar cerrado. Queremos dar una formación integral y eso implica conocer temas de marketing, herramientas audiovisuales,… Y luego una especialización, que va desde el periodismo clásico (literarios, económicos), hasta el multimedia, institucional o corporativo,… Ese es el camino. Pero todo, en la medida que nos deja el Ministerio de Educación, porque cualquier cambio en el plan de estudios hay que presentarlo y se puede dilatar mucho en el tiempo. En este sentido, la poca flexibilidad del sistema universitario dificulta mucho cualquier modificación.
- Otro problema es el exceso de demanda. ¿No se está formando a muchos profesionales en un sector que, por su propia estructura, es incapaz de absorber? ¿Puede crear frustración?
- Depende de la frustración de quien llega a la universidad. ¿Cuál es la función de la universidad: formar a mucha gente o formar gente preparada? Tradicionalmente, se ha primado lo primero. Yo creo que la función es formar bien. El alumno no puede concebir la universidad como un medio para conseguir un trabajo. De hecho, en España predomina una mentalidad alfombra, es decir, se ve la universidad como un medio que te va a llevar a un trabajo. En el extranjero, la mentalidad es de escalera, donde la carrera es solo un peldaño hacia el trabajo. Si nos fijamos en el sector de la comunicación, en los años 90, cuando había mucho trabajo, ya había empleo precario y mal pagado. La profesión sigue siendo la misma, pero lo que entonces era precario, ahora es más precario. Es una situación que se ha vivido siempre.
- ¿Hacia dónde cree que va el sector de la comunicación?
- La comunicación va a obligar a quien la ejerza a tener un conocimiento muy amplio, de muchos ámbitos. Va a ser una actividad más compleja que como ha sido hasta ahora. Va a ser una comunicación integral que va a tener que escuchar más a la gente, que se ha vuelto más exigente. Todo el mundo se convierte en consumidor y va a haber una necesidad importante de comunicar. Y triunfarán aquellos que hablen directamente a su interlocutor, que digan las cosas claras.
- ¿Qué tipo de perfil profesional se va a demandar?
- Alguien que tenga una formación integral, es decir, que tenga talento, que sea profesional y que sea buena persona, porque éstos son los que tiene una mayor capacidad de abrir los ojos y abrirse al mundo. Hay que mirar menos al móvil y más lo que pasa a nuestro alrededor, la vida. Eso es lo que hace un profesional.