¿Cómo sería nuestra existencia sin el fuego, la rueda, la escritura o la imprenta? ¿Sin ordenador o el móvil desde donde nos estás leyendo? Son descubrimientos que han cambiado la Humanidad y que hoy existen porque un visionario creyó que era real algo que todavía no estaba inventando.
Genios con talento y capacidad de ver más allá. Personas que con la bandera de la curiosidad siempre fueron un paso por delante, enfrentándose en muchos casos al abismo de la ciencia pero también de la incomprensión y la bufa, el cachondeo.
Como le pasa al mismísimo Leonardo Da Vinci en la ucronía con la que arroz Brillante ha querido rememorar el rechazo de los Médicis a sus célebres vasitos de arroz. Un homenaje a aquellos que con su inspiración siguen cambiando en el presente nuestro día a día.
Y lo hace con humor fino y trazas de larga ironía. Rememorando una faceta donde el genio también destacó: la cocina. Y es que además de con sus célebres pinturas, esculturas, máquinas de ingeniería o estudios de anatomía, Leonardo hizo sus pinitos en un restaurante del Ponte Vecchio, ‘Los tres Caracoles’, donde ya coqueteó con la “nouvelle cuisine“.
Además, al italiano se le debe el invento de la servilleta, la licuadora o la tapa de las ollas. Y ahora, gracias al genial spot de Arroz Brillante a esa lista hay que sumarle, siempre en la ficción, los vasitos de arroz 100 % natural. Esos que tras 60 segundos en el microondas es el complemento perfecto para acompañar comidas, preparar ensalada o sorprender con ricas recetas.
La acción del genial spot acontece en las cocinas y patio renacentista del Palacio que mandó a construir Cosme de Médici “El viejo”, corolario de la arquitectura y centro neurálgico de poder en la época.

Tras probar un plato de arroz cocido, al genio se le enciende su luz creativa. Y con pluma y tintero, dibuja del prototipo de una gran hallazgo: el arroz, sin colorantes ni conservantes, en vez de cocerse en una olla pasará a estar cocinado en un vasito listo para comer en menos de un minuto. Y además el envase 100% reciclable.
Rápidamente el Médici, que recibió en audiencia a Da Vinci, pasa de la incredulidad a la carcajada. Y empieza a delirar sobre lo que entonces entendía como disparates y hoy forman parte de los mayores avances del hombre, como es el caso del helicópetero (“¿Y qué va a ser lo próximo? ¿Que volemos con una hélice?”). O de la historia de la pintura, en el caso de ‘La Mona Lisa’ o la Santa Cena. Todo ello mientras asentía con resignación el genio del Renacimiento.
De esta manera, recuerda Brillante a una de sus ideas genuinas y originales. En la creencia que también fueron unos visionarios. El tiempo le ha dado la razón.