Tiene gracia… Hace unos días Alfonso Fernández Mañueco sacaba pecho en favor del periodismo en la Universidad de Salamanca, en las jornadas ‘Nuevo periodismo‘, y defendía la labor de los profesionales. Lo hacía con firmeza, con argumentos que describían la profesión periodística como una alianza pura con la verdad y la democracia que debía contar con «una identidad propia al margen de las redes».
Bien, hablemos de las redes sociales. Las palabras de Mañueco pierden todo su sentido cuando, sabiendo que decenas de periodistas se agolpan a las puertas de su despacho esperando para poder informar, comunica la noticia del pacto de gobierno con Vox a través de un tuit… ¡Un tuit! Recordemos que el presidente, también en el encuentro de Salamanca el pasado 18 de febrero, dijo que «una sociedad informada es más libre»; además comentó que, en las redes, los «excesos de mensajes provocan desinformación y ruido».
A ver, a ver… que entre tantas redes al final acabamos enredados. No tiene mucho sentido que los 280 caracteres no sean iguales para todos. Mañueco apuesta «por una prensa de calidad» y por unos medios que aporten «buen periodismo, contrastando la información». Hasta ahí todo correcto. Cierta es la necesidad de contrastar pero, ¿cómo? Pues preguntando. Y eso, a veces, es un imposible con este hombre.

No puede ser (o sí, porque ya ha ocurrido) que el pajarito azul sea genial para comunicar que rompes con tus aliados de gobierno pero los periodistas no puedan hacer uso de la red con libertad. Vamos, que por poder, cualquiera puede quejarse de ir a varias ruedas de prensa donde no se le permite formular preguntas; eso sí, seguramente recibas un toquecito desde la Junta (pero no vía redes, que en este caso quedaría feo).
El periodismo de calidad, decía el presidente en funciones en Salamanca, «trae instituciones más fuertes, más estables, más puras, más sanas. El conocimiento nos ensancha la visión, nos permite elegir con más garantías desterrando todo pensamiento único. Hay que buscar un pensamiento crítico que amplíe nuestras fronteras, que seamos capaces de encontrarnos con el otro, porque si no es así es muy difícil avanzar y que la sociedad progrese», reflexionaba. Tela. No hay por dónde cogerlo.
Por cierto, que esto no va de elecciones ni de pactos; esto va de un equipo de profesionales del periodismo que cada día defiende su trabajo y se esfuerza por sacarlo adelante, con trabas o sin ellas, con ganas o sin ellas. Porque sí, a veces se quitan las ganas de estar en una sala escuchando a alguien que sabes que no te va a dejar preguntarle nada; también agota estar pendiente del móvil por si suelta una noticia de interés público vía redes sociales. A eso se le llama ningunear a los periodistas y al periodismo con el que se le llena la boca en los actos públicos y solemnes. Y no tiene gracia, ninguna gracia.