- “Cuando vi los casting de la primera edición de Eufòria y conocí a los chicos, recuerdo perfectamente llegar a casa muy flipada y decir: ¡Uau!”
- “La experiencia de First Class fue muy bonita, tanto por parte de los productores ejecutivos de Mediapro como por parte de Netflix.”
Alcanzó la fama a nivel nacional en 2007, interpretando a María Almagro en la serie El internado de Antena 3, junto a actrices de la talla de Ana de Armas o Blanca Suárez. Recientemente ha sido presentadora de las dos temporadas de Eufòria, el último gran fenómeno de TV3. Creadora y directora de First Class para Netflix, instagrammer de éxito, Marta Torné ha tocado todos los palos, y todos con acierto. Nos hemos reunido con ella para pasar repaso a su carrera.
Saltaste a la fama con Vitamina N, en 2002. Ha llovido desde entonces. ¿Qué le dirías a aquella Marta Torné?
Jo, qué pregunta más complicada. La verdad es que no lo sé. cuando me veo, me da mucha ternura, Me veo muy cambiada, veo que antes tenía menos límites, menos vergüenza. supongo que con los años te vas encogiendo, te va dando todo más pudor. Hay cosas que antes hacía y que hoy no haría, no por nada.
¿En qué has cambiado y qué continúas conservando?
Pues mira, yo por dentro me siento igual. Hago la misma vida, porque no tengo hijos. Es verdad que ahora vivo entre Barcelona y Madrid, pero tengo la misma sensación de que todavía tengo mucho que aprender, y de que aún pueden pasar cosas muy chulas. Mantengo la misma ilusión.
A lo largo de todos estos años me lo he pasado en grande y he conocido a mucha, muchísima gente de todos los ámbitos, gente increíble tanto en Madrid como en Barcelona.
¿Te esperabas todo lo que sucedería en tu carrera por aquel entonces?
La verdad es que no. Tampoco es que me sienta una persona con muchísimo éxito, pero claro, luego lo piensas bien y ves a Ana de Armas, que mira dónde está, y estuvimos rodando juntas tres o cuatro temporadas de El Internado, en el mismo proyecto, y eso impresiona un poco, claro. En todo caso, tengo la sensación de que he sido muy feliz, que a lo largo de todos estos años me lo he pasado en grande y he conocido a mucha, muchísima gente de todos los ámbitos, gente increíble tanto en Madrid como en Barcelona. Con eso es con lo que me quedo, me siento súper orgullosa de mis compañeros, de todos y cada uno de los que me han acompañado a lo largo de todo este viaje. Eso es lo que no me lo esperaba, tanto cariño y tanto amor, que es lo que más me feliz me hace.

Presentadora, actriz, directora… ¿En cuál de tus facetas te sientes más cómoda?
Me gusta hacer de todo, vibro igual con un directo, con un teatro o con un rodaje. El proyecto que hice con Netflix, aparte de permitirme dirigir, fue para mí muy impactante. Hacer la producción ejecutiva, por ejemplo, que no la había hecho nunca, y que en buena parte consiste en apagar fuegos. Quizás lo que tiene más magia sea interpretar a otro personaje. Pero me siento cómoda con todas mis facetas.
Lo que marca la diferencia entre una experiencia y otra es el proyecto, supongo.
Claro. Es decir, si a mí me dieras un programa que no va conmigo o que no me gusta, que me pareciera aburrido, lo pasaría fatal. Depende siempre del propio programa, de la propia obra, del personaje que me propongan. Por ejemplo, ahora, en julio, me voy a Galicia a rodar para de la que todavía no puedo contar nada en mi faceta de actriz. Pero me han ofrecido otro papel para septiembre, también como actriz, y he dicho que no, porque el personaje te tiene que tocar, tienes que enamorarte de él.
En “El internado” compartiste siete temporadas con actores como Ana de Armas, Martiño Rivas, Jon González y Blanca Suárez. ¿Cómo viviste todo aquello?
Bueno, es que lo que vivimos con El internado fue muy, muy especial y es muy difícil que vuelva a suceder. Y es que fue nuestra primera serie para la mayoría de los que participamos. Hicimos mucha piña, mucho equipo, mucha familia, y encima tuvo un éxito espectacular. Había días en los que teníamos 5 millones de espectadores, que es una barbaridad. Todo era muy intenso, muy a flor de piel. Es cierto que, tras siete temporadas, ya estábamos un poco cansados, porque además era una serie que implicaba un rodaje exigente, por decirlo así.
El internado no tenía nada que ver con una sitcom, donde tienes tu plató y tu camerino. O sea, bañarte desnuda en un lago en pleno mes de noviembre, pues te puedes figurar.
No era una sitcom, claro.
Nada que ver con una sitcom, donde tienes tu plató y tu camerino. O sea, bañarte desnuda en un lago en pleno mes de noviembre, pues te puedes figurar. A veces es duro, mi personaje lo pasaba fatal, llegué a llorar. Fue mi primera serie y para la mayoría del elenco de actores y actrices que participaron en ella también, porque tenían 19 o 20 años, y creo que son todos bastante buenos, sobre todo Ana de Armas, que ya lo ha demostrado. Con Ana Alucinábamos. El internado, en fin, fue un regalo.
¿Os continuáis viendo?
No, no nos seguimos viendo. Hubo mucho cariño y fue muy emotivo, pero también han pasado muchos años, y es lo que sucede en la profesión, es muy habitual. Durante los rodajes vives una especie de Gran Hermano intenso, y luego, pues cada cual sigue su camino. Quizás es Blanca con quien más he coincidido, sobre todo porque tenemos amigos en común.

¿Cómo fue el último día de rodaje?
El último de rodaje lo pasé con Amparo Baró en unas cuevas, rodando una secuencia en la que no estaban el resto de mis compañeros. Fue muy bonito.
Tras años en Telecinco. ¿Cómo ha sido tu vuelta a TV3?
Ha sido bastante gradual, porque estuve presentando Persona Infiltrada, que era un programa semanal en prime time pero que se rodaba fuera, por los pueblos. Entonces la gente me decía: ¿Conoces a no sé quién de TV3? Y yo les respondía: Es que yo no piso TV3 nunca, ando por ahí grabando con mi equipo. Fue después de dos o tres temporadas de Persona Infiltrada, para la misma productora que luego me propondría hacer Eufòria. Para entonces yo estaba totalmente sumergida en el proyecto de Netflix, que me tenía absorbida máximo. Estábamos ya en la fase de montaje y llegaba agotada. Era muy chulo todo, pero estaba muy cansada.
Cuando vi los casting de la primera edición de Eufòria y conocí a los chicos, recuerdo perfectamente llegar a casa muy flipada y decir: ¡Uau!
Y entonces te proponen Eufòria.
Sí, y tampoco es que pensara: esto va a funcionar, ni tampoco que no fuera a hacerlo. Sencillamente lo haces, vuelcas en el proyecto todas las energías y todo tu empeño y tratas de hacerlo lo mejor que puedes.
Al arrancar Eufòria, ¿teníais idea de hasta qué punto iba a convertirse en el fenómeno que es?
Las expectativas nunca son demasiado altas, del mismo modo que tampoco esperas meterte un batacazo ni fracasar a lo grande. Teníamos confianza en el programa, pero no nos planteábamos que fuera a tener tanto éxito. Sí que es cierto que cuando vi el casting de la primera edición y conocí a los chicos, recuerdo perfectamente llegar a casa muy flipada y decir: ¡Uau! Más allá de las voces, estaban las personalidades, el ambiente, el flow, todo aquello me impresionó. Fue entonces cuando pensé: Esto va a ser guay. Que no equivale a que vaya a tener mucho éxito, pero al final sí lo ha tenido. La verdad es que estamos muy contentos, y alucinando con que la segunda edición haya ido tan bien.
En lo personal, ¿qué cambios ha supuesto para ti su tremendo éxito?
En el caso de Eufòria, al final hay que tener en cuenta que presento un programa donde los protagonistas son los artistas, los cantantes, no yo. Pero en cualquier caso para mí ha sido una gozada poder hacer un proyecto que todo el mundo ve, tan entretenido, tan divertido. Creo que el programa hubiera sido un éxito igualmente si hubieran puesto a otra presentadora o a otro presentador, y que la clave está en el casting, en los cantantes. Por lo demás, todo el equipo es maravilloso, mis compis son geniales.
¿Cómo has visto el nivel de los artistas de esta segunda temporada en relación con la anterior?
El nivel de la primera temporada demostró ser muy alto, y este año creo que se ha mantenido, que era lo que más nos preocupaba. Creo que sigue habiendo mucho talento.
¿Qué tal la experiencia de First Class? ¿Cómo fue ponerte tras la cámara?
Lo de First Class no fue un movimiento estudiado en plan: Mira, ahora me apetece dirigir. Conocí un grupo de amigos divertidos y maravillosos, y bueno, fue un poco un cúmulo de coincidencias. Mi pareja, que es director, está acostumbrado a vender proyectos, yo estoy acostumbrada más bien a que me llamen para un casting, a hacer la prueba y, si hay sincronía, pues adelante. Fue él quien me dijo: ¿Por qué no propones hacer un reality?
La experiencia de First Class fue muy bonita, tanto por parte de los productores ejecutivos de Mediapro como por parte de Netflix.”
Y te tiraste a la piscina.
Sí, lo propuse y me lo compraron enseguida. Conseguimos la productora de Mediapro, que nos lo produjo, y todo fluyó y salió fácil. La experiencia fue muy, muy bonita, tanto por parte de los productores ejecutivos de Mediapro como por parte de Netflix. A nivel creativo, nos entendimos, nos dieron libertad, y eso fue una gozada. Pero en fin, también supuso muchísimo más trabajo del que estoy acostumbrada, y me obligó salir de mi zona de confort. Porque yo, por ejemplo, tengo un directo mañana y no me inquieto lo más mínimo, ni lo pienso. Pero en cambio con First Class, cada día que teníamos que rodar, no dormía. Estaba súper nerviosa.
¿Qué fue lo que más te costó?
No sé si hubo algo que me costara particularmente. Bueno, a veces convencer a los personajes del reality para que rodáramos un baile. Yo no bailo, me da vergüenza, y teníamos que tirar del carro, eso es lo que a veces más me costaba. Pero vamos, por decir algo, porque lo cierto es que en general fue duro pero muy agradecido.
Cómo actriz: ¿Qué papel de la historia del cine te hubiera gustado representar?
¡Uau! No sé, me hubiera gustado ser la Björk de Dancer in the Dark tal, pero supongo que eso requiere ser muy bueno, tener mucho, muchísimo talento, como ella tiene. Esa es una peli que me marcó mucho.

Como instagrammer eres también muy popular.
Sí, bueno, yo misma quiero descansar un poco de Instagram, porque estoy un poco cansada de ella. Hemos abierto un melón con las redes sociales, pero a la vez están cambiando muy rápidamente las tornas. Yo misma consumo cada vez más TikTok, me encanta esa red social, creo que está desmontando cada vez más el concepto de redes sociales tal como las entendíamos hace, por ejemplo, cinco años, con todos los filtros, el postureo y el lujo. Ahora que todo eso se ha normalizado, creo que ahora la gente joven busca más la naturalidad.
Problemas de autoimagen cuando eres joven, hemos tenido siempre, con Instagram o sin él.
¿Cómo crees que las redes sociales afectan a la autoimagen de las mujeres, sobre todo de las más jóvenes?
No sé, pero te voy a decir una cosa: me hace gracia que haya tanto hater del filtro cuando el maquillaje viene a ejercer el mismo efecto. Yo cuando me maquillo soy absolutamente otra persona. Entonces, a veces, en redes me pongo filtros, porque tengo las herramientas y la seguridad y la autoestima para poder jugar con ellos. El problema es cuando no las tienes, pero problemas de autoimagen cuando eres joven, hemos tenido siempre, con Instagram o sin él.