Matías Prats Chacón acaba de dar el salto a la literatura con su primera novela ‘El futuro que olvidaste’. Miembro de una de las grandes sagas de la comunicación del país, el periodista es uno de los rostros de la información deportiva de Mediaset. Hablamos con él sobre la familia, la profesión, el futuro de la televisión y, por supuesto, de su libro.
¿Matías Prats Chacón? ¿Matías Prats junior?
La verdad es que lo de junior ni me incomoda ni me molesta. Me parece un apelativo cariñoso y de cercanía. A mi padre le han llamado muchos años Matías Prats junior. Lo que pasa es que ahora soy yo el junior. Tampoco me molesta que se refieran a mí como el hijo de Matías Prats o el nieto de Matías Prats. Para mí, llevar ese apellido es un honor. Es un motivo de orgullo, por lo que no me incomoda ninguna de las nomenclaturas ni las formas con las que se dirigen a mí.
En cualquier caso, ha conseguido colarse no solo entre los periodistas deportivos de la televisión más respetados, sino entre los periodistas “más amables”. Satisfecho supongo.
Por supuesto. Pero, sinceramente, creo que mis antecesores han ayudado a ello. Tanto mi abuelo como mi padre han sido grandes profesionales, muy respetuosos y que han sembrado mucho cariño. Y ese cariño y ese respeto que han sembrado ellos lo estoy recogiendo ahora yo. Quizás la gente me mira con buenos ojos por ser hijo y nieto de ellos. No obstante, yo también intento ser respetuoso, buen compañero y profesional y ser un tipo educado. Además, me he intentado formar y preparar bien y creo que la gente también lo tiene en cuenta. Si a eso se suma el hecho de que, en mi caso, sea una persona un poco tímida, prudente, sin mucho ego, hace que el público me reciba con mejor predisposición. Pero, insisto, creo que ha contribuido en gran medida que mi abuelo y mi padre han sido grandes profesionales y han caído bien.
Formar parte de una de las grandes sagas de la comunicación, ¿favorece o lo pone más difícil?
No me duelen prendas en decir, alto y claro, que me ha favorecido. Sobre todo, al inicio de mi carrera, en esa primera oportunidad que te brindan. En mi caso fue en la radio. Era muy jovencito y, quizás, ayudó el apellido Pero también es verdad que luego me exigen más que a otros o me miran con lupa. Están esperando que me equivoque o que meta la pata para atacarme. Pero, sinceramente, creo que llevar este apellido conlleva más ventajas que desventajas. No obstante, también tengo que decir que he intentado no aprovecharme de la fama de mi padre o de mi abuelo, lo que no quita para que la gente se fija más en mí. Ahora bien, si me van a comparar con ellos, voy a salir perdiendo siempre perdiendo siempre.
Bueno, cada uno es diferente.
Sí, sí, pero tengo muy claro que mi abuelo, además de ser un pionero, era un maestro de la comunicación y mi padre, para mí, es el número uno. Con lo cual, yo trato de tener un estilo propio y no imitarles, porque, además de que no sería correcto ni adecuado, como he dicho, saldría yo perdiendo. Tengo mucho respeto por ellos a la hora de hacer mi carrera.
¿Siente presión?
Más que presión, siento la responsabilidad de no manchar el apellido y legado de los Prats y su trayectoria, que ha sido impecable a nivel profesional, pero también a nivel de código, de valores, de respeto. Han sido excelentes profesionales, pero también muy buenas personas. Algo que intento seguir, tratando de ser siempre un buen compañero y un chico humilde y sencillo. Por eso, digo que siento responsabilidad. Y es verdad que presión no, porque es algo que siempre vi en casa. Que mi padre saliera en la televisión y mi abuelo en la radio era lo normal. Y en ese sentido, no he tenido nervios al enfrentarme al público. No sé si es un factor genético o resultado de haberlo visto en casa de toda la vida, pero es así.
Plataformas que restan audiencia a la televisión lineal, el salto de muchos profesionales a Twitch. ¿Cómo ve el futuro de la televisión?
Pues veo que nos toca reinventarnos y readaptarnos. Creo que el mayor problema que tenemos en la televisión es que hemos perdido el foco de los jóvenes. Ya no nos prestan tanta atención porque tienen mucho donde elegir: plataformas, redes sociales, nuevas formas de comunicación,… Es muy difícil que un chico de 20 años se siente a ver la televisión y esté atento durante una hora sin coger el móvil, sin whatsappear, sin ver las redes sociales, sin consultar algo en el portátil, sin ver a los youtubers o a gente que aparece en Twitch. Con lo cual, creo que la pelota está ahora en el tejado de la televisión.
Tenemos que volver a ganarnos su confianza y atención. Hay que reinventarse, modernizarse y explorar otras vías, otros formatos. Y es que es los jóvenes son un nicho muy importante para la televisión, para los anunciantes y, de momento, los estamos perdiendo. Así que toca ponerse las pilas, adaptarnos a su lenguaje, a su forma de comunicar y a sus necesidades. Y en los Deportes, también.
Declaraba recientemente que el Deporte se lo ha dado todo, pero que si tiene que cambiar está preparado.
Me considero un afortunado y un privilegiado porque de la mano del Deporte he podido estar en mundiales, eurocopas, en la Fórmula 1, en el Giro de Italia,… Son eventos donde sueñas con estar cuando eres niño y quieres estar. Y si, además, gana la Selección Española o si Carlos Sainz hace un podio, te sientes un privilegiado porque estás donde pasan las cosas. El Deporte, además, es algo amable, que le gusta a la gente y que interesa a todos los públicos. Pero llega un momento en el que, estando muy a gusto donde estoy, no me daría miedo afrontar otro tipo de retos o responsabilidades. Sinceramente, llevo muchos años preparándome, siguiendo muy de cerca la información general, estando muy pendiente de la actualidad, leyendo y escuchando mucho. Y si llega la oportunidad, no tendría miedo de afrontar ese riesgo.
Entonces, ¿le preocupa que le encasillen?
No. Es más una cuestión de probar nuevas cosas. No obstante, debo decir que los periodistas deportivos somos muy polivalentes. En Deportes, te sueltan ahí a los leones y tienes que narrar un partido de 90 minutos o hacer una entrevista a alguien que acaba de salir de jugar un partido muy intenso,… Al final, coges muchas tablas y oficio y no le tienes miedo a nada. Además, en este sentido, he compatibilizado el desarrollo de mi profesión con la formación, no solo académica, también por mi cuenta. Intento estar al día de todo, me interesa la cultura, la política, la información internacional,… Por eso creo que estaría preparado para afrontar nuevos retos.
Vayamos con su primera novela ‘El futuro que olvidaste’. ¿De dónde surge esta inquietud por escribir novelas?
Siempre he sido un gran lector, pero ni por asomo me había planteado ser escritor. Pero la editorial HarperCollins me hizo el ofrecimiento, algo que a mí me pilló un poco por sorpresa. Quizás vieron un potencial que yo ni siquiera había empezado a atisbar en mí y me convencieron. Se me ocurrió una idea y la llevé el papel. Eso sí, no ha sido un camino de rosas, porque me ha costado escribir, ya que soy muy exigente.
¿Y de dónde ha sacado tiempo?
Si escribes motivado y con ilusión, sacas tiempo. Lo malo es escribir por obligación. Y yo no he sentido eso nunca. La editorial me ha dado mucha libertad respecto a plazos y demás. Y, al final, ha sido una experiencia muy enriquecedora. Sin ser demasiado pretencioso y con mucho respeto por los escritores, creo que me ha quedado una novela digna. Es entretenida, ágil y lo único que quiero es que la gente no sienta que está perdiendo el tiempo leyéndola. Que al final, se identifique con un personaje, se divierta o le interese una situación o se sienta reflejado por alguno de los problemas cotidianos que refleja y que nos pasan a todos. Y ese ha sido mi único objetivo, que la gente se entretenga.
¿Qué se va a encontrar el lector en la novela?
Por un lado, un poquito de suspense y emoción, que creo que son básicos en una novela narrativa de este estilo. Hay una desaparición y hay un periodista que se pone a investigar, a hacerse muchas preguntas, que es la clave del periodismo: preguntar mucho para encontrar el camino de la verdad. Y se van a encontrar problemas cotidianos con los que nos identificamos todos. ¿Quién no tiene un amigo o una amiga que se está divorciando? ¿Quién no habla de salud mental en estos momentos, de depresión o de suicidio? ¿Quién no ha tenido un amor en el trabajo o está desmotivado laboralmente?
¿Repetirá experiencia literaria?
La respuesta está en el público, en los lectores, en el éxito o fracaso que tenga este libro. Pero no me importaría. La verdad es que la acogida está siendo muy positiva. Estoy gratamente sorprendido porque la gente confía en mí. Con la amplia y variada oferta de calidad que hay, me están dando la oportunidad, sin ser escritor, de leerme. Hay mucha gente que ha decidido probar. “A ver cómo escribe este chico de los Deportes cómo escribe”. Y, sinceramente, me siento muy halagado y afortunado.