La SER, La Voz de Cádiz, TV Canaria y Canal Sur son solamente algunos de los medios de comunicación cuyas plantillas secundan o han secundado lo que se han dado en llamar los “miércoles negros”. Los “miércoles negros”, de los que es más que probable que no haya oído usted hablar, son una serie de movilizaciones de protesta en las que periodistas y profesionales del ramo acuden a su trabajo vestidos enteramente de negro y organizan acciones para denunciar la precariedad en el ramo.
Se hace eco ahora Fesperiodistas.org de que más de 80 trabajadores del diario catalán La Vanguardia acaban de sumarse a los miércoles negros. La plantilla de La Vanguardia no es, ni mucho menos, la primera de un medio de prensa escrita en cuyo seno se alzan protestas. Los «miércoles negros» llevan ya semanas respaldados por plantillas de medios como ABC, As, El País, El Mundo, Expansión o Marca. Se acusa a las cabeceras de la falta de voluntad negociadora y hay desacuerdos importantes en temas relacionados con el convenio estatal de prensa diaria.
En su comunicado, periodistas y profesionales de La Vanguardia explican así que el objeto de sus acciones y concentraciones no es otro que “poner fin a la precariedad de las categorías más bajas y una actualización salarial para paliar la grave pérdida de poder adquisitivo, consecuencia tanto de la subida del IPC como de los continuos recortes sufridos desde hace más de una década. Son muchos años de sobrecarga de trabajo que la plantilla afronta con cada vez menos manos y salarios congelados y recortados”.
No es ningún secreto que la precariedad en el periodismo lleva años desbocada. Tampoco que en estos tiempos de sobreinformación, y fake news, como sociedad, necesitamos más que nunca profesionales honestos, implicados, dedicados, rigurosos. Periodistas con voluntad informadora en quienes verdaderamente podamos depositar nuestra confianza para que nos tengan al tanto de cuanto sucede.
A este respecto, cabe sacar dos conclusiones. La primera, la más obvia, la más automática, es que tras catorce años de congelación salarial –como es el caso de los periodistas de El Mundo–, tras presenciar cómo año tras año y a lo largo de década y media tus condiciones empeoran más y más, no es descabellados pensar que los mejores comunicadores han abandonado ya el barco, por lo menos, aquellos que han podido permitírselo o que han encontrado otra ocupación con una paga digna. Y que la honestidad, la implicación, la dedicación y el rigor no son virtudes que quepa esperar de una nueva generación de periodistas a quienes se mantiene mal pagados y a quienes se exige que operen en condiciones cada vez más precarias.
La segunda conclusión se revela tras una búsqueda rápida de la expresión «miércoles negros» en Google Noticias. Pese a que los «miércoles negros» vienen celebrándose desde hace muchos meses –años, si queremos computar las primeras manifestaciones de este tipo de movilizaciones, iniciadas en 2018– a día de hoy, 11 de julio, el buscador arroja únicamente 9 (nueve) resultados. Uno de los cuales, por cierto, corresponde a un artículo publicado en este diario el pasado mes de abril.
Tal vez sea cosa del algoritmo. Quién puede ya estar seguro de nada en estos tiempos que corren. Pero llegados a este punto, uno no puede evitar preguntarse, en fin, qué honestidad, qué implicación, qué dedicación y qué rigor podemos esperar de medios que no aciertan siquiera a informar sobre lo que sucede en sus propias oficinas.