El escritor y articulista de La Despensa de ExtraDigital se encuentra en plena campaña de promoción de su nueva novela ‘J.C. El sueño de Dios’. Columnista de opinión de El Correo de Andalucía, colabora también en el semanario ‘El Observador’, de México, y en la revista Woman Essentia. La pluma de Miguel Aranguren hace hoy un alto en el camino para abordar la situación actual del periodismo de opinión y para acercarnos a su último trabajo literario.
- Su pasión por las letras viene de lejos. Más de tres décadas avalan su labor como escritor, ya que su primer libro vio la luz cuando tenía 19 años. ¿Cuándo se dio cuenta de que quería dedicarse a esto?
- El novelista más que pasión por las letras tiene pasión por contar. Y a mí, desde pequeño, me ha gustado contar historias. Y, sobre todo, contar la vida corriente, esa que es muy parecida a la de todo el mundo, pero que cuando la vistes de otra manera puede cambiar de forma notable y hacerse extraordinaria. Y esto lo descubrí cuando era pequeño. Descubrí que tenía un pequeño don que hacía que cuando contaba las cosas parecieran un poco más divertidas, tensas, emocionantes,…
- También fue bastante precoz a la hora de firmar su primera columna y, además, hacerlo en un diario como El Mundo. Tenía 23 años. No mucha gente puede presumir de esto.
- Tuve la inmensa suerte de poder encontrar un huequito en un periódico, que se fiaran de mí y que me permitieran escribir. Al principio fueron unos artículos muy técnicos respecto a un trabajo que hacía en ese momento. Pero pronto me dije: «A mí lo que me gusta es la literatura creativa». Y ahí empecé.
- ¿Ha cambiado mucho el columnismo en este tiempo?
- Lo que ha cambiado mucho es el soporte. Y eso obliga al articulista a buscar piezas más breves y también a vivir con humildad la seguridad de que aquello que escribimos, aunque quede flotando en el éter de internet, tiene menos repercusión que antes. Pero, por otro lado, la tecnología ha hecho que esos textos puedan llegar a lugares a los que antes no se llegaba porque el medio en el que escribías no se distribuía ni vendía allí. Por ejemplo, puedes escribir una columna en un digital español y que te lean en Perú. Y eso es una ventaja.
- Y el contenido, ¿se ha visto afectado?
- Lo que ha cambiado es la sociedad. ¿La sociedad cambia porque cambian los medios o los medios cambian porque cambia la sociedad? Vivimos en una sociedad más epidérmica, más maleable y en la que, además, los propios medios digitales no saben o no pueden hacer una jerarquía de noticias. Y esto hace que el lector pueda encontrarse en un mismo espacio el drama de Venezuela o la última ocurrencia de la Pantoja.
- ¿Cómo definiría la situación del periodismo de opinión en la prensa actual?
- Me duele decirlo, pero creo que es un género que, ahora mismo, está lleno de intrusos. Y esto, en parte, es consecuencia de la política de muchos medios de no pagar. Nos encontramos con situaciones en las que el medio acude a alguien que es capaz de juntar unas cuantas palabras a cambio de nada, pero sin criterio. Parece un chollo rellenar de columnas frente a contratar a un periodista o pagar por una pieza. No obstante, también es verdad que los medios necesitan de una serie de firmas de prestigio que les permitan aguantar la cabecera. Sin embargo, otra de las cosas que he visto en los medios -además del intrusismo- es que, siendo el coste de los profesionales el chocolate del loro del negocio, curiosamente, como otras muchas empresas, lo que cortan es ese chocolate.
- Entonces, no todo el mundo puede ser columnista.
- No; no todo el mundo puede ser articulista.
- ¿Qué características debe tener un buen articulista?
- Un buen columnista debe ser una persona con inquietudes y que observe el mundo con optimismo. Y creo que esto último es fundamental, porque es muy fácil cargar las tintas constantemente. De hecho, es algo que, con tantas tensiones políticas, padecemos cada vez más. Pero si ponemos una carga dramática en las cosas agotamos al lector, que tiene que respirar cuando se enfrenta al periódico. El lector debe disfrutar, quizás no tanto con las noticias pero sí con los reportajes y, sobre todo, con los artículos de opinión. Además, el articulista debe de tener cierta capacidad para entrelazar una relación con el lector, de tal manera que, si los medios en papel tuvieran la fuerza que tenían antes, el lector fuera a comprar determinada publicación porque ahí escribe el columnista que le gusta.
- ¿Y cómo debe ser un buen artículo de opinión?
- El buen artículo es aquel que sobrevive a su tiempo. Pienso en César Ruano, en Julián Marías y en otros articulistas que son el corazón del género del periodismo de opinión, cuyos artículos los lees hoy y los puedes disfrutar casi con el mismo placer, o incluso más, que en el día que los publicaron. Porque esa es otra: aquellos articulistas utilizaban un lenguaje que hoy se está perdiendo. Ha entrado la crisis porque manejamos menos palabras y nos da miedo que el público no nos entienda. Por eso también me parece una delicia leer a los maestros de hace 50 o 60 años.
- Hablamos de crisis, de recorte de espacios, de intrusismo… ¿ve factible la desaparición del periodismo de opinión?
- El público tiende cada vez más a conformarse con los titulares. Con lo cual, hay un riesgo altísimo a que desaparezca, salvo que lo que ofrezcamos sea un producto de calidad para lectores excelsos. Eso sí, uno no puede dejarse llevar por el pánico del momento. Hay que saber esperar y apostar por el buen hacer. Al final, los lectores están ahí.
- Esto choca con la realidad, teniendo en cuenta que vivimos un momento en el que casi todo el mundo opina. Especialmente, en las redes sociales.
- Y, además, en muchos casos es una opinión violenta. Hay cierta queja de que los tertulianos de radio y televisión son gente que no saben nada y habla de todo. Pues si analizamos las redes sociales, es tremendo. Se trata de un contenido tan zafio que cada vez hay más gente que no se molesta en leer blogs ni, mucho menos, los comentarios que sazonan las noticias y artículos de los periódicos. También son muchos los que han renunciado a enzarzarse en discusiones con trolls.
- Y en este contexto, ¿cómo ve el sector mediático español?
- En transición. ¿Hacia dónde vamos? No tengo ni idea. Tengo la sensación de que el uso actual que hacemos de los dispositivos y de internet cambiará, porque física y psíquicamente es insostenible. Tenemos que ver cuál es el precio en salud de las generaciones que ahora pasan horas y horas delante de una pantalla. No olvidemos que las personas siempre están necesitadas de historias: novelas, noticias, entrevistas, reportaje,… Pero vuelvo a lo de antes, vivimos en un momento en el que no hay jerarquización, no hay orden, no hay clasificación en el periodismo… Y todo eso tiene que volver. ¿Cómo?… Ni idea.
- Hablemos de su último libro. ¿Qué va a encontrar el lector de ‘J.C. El sueño de Dios’?
- Soy novelista y lo que me gusta y sé hacer es escribir novela, narrar. Con este libro me he enfrentado a la que yo considero que es la historia más grande de la humanidad. Se tenga fe o no se tenga. Se sea cristiano, indiferente o pagano. Se sea lo que sea, el personaje central de la historia es Jesucristo, y Jesucristo no deja a nadie indiferente. Por una serie de razones, surgió el reto de escribir esta novela. Me la plantee y cometí la locura de decir ”¡adelante!”. Entonces me metí en un túnel de siete años de estudio, de una escritura lenta… De hecho, al final del Evangelio de San Juan hay un comentario del propio apóstol, que dice que no habría espacio en el mundo para contener todo lo que hizo y dijo Jesús. Puede parecer una exageración, pero he experimentado que es así. Y es que el libro, que tiene caso 600 páginas, finaliza en el último episodio conocido de la infancia de Jesús.
- ¿Qué acogida está teniendo?
- Publiqué la novela con mucho miedo y, sin embargo, vamos ya por la tercera edición. Pero lo mejor es la satisfacción que me está trasladando el público y que yo no había vivido con mis otros libros, lo que me hace creer que Jesús tiene la capacidad única para hablar con cada persona, con cada lector.
- Y para seguir siendo noticia.
- Es muy curioso porque hablamos de un relato conocido y, sin embargo, mucha gente me dice: “cómo es posible que una historia que sabemos cómo acaba la haya leído con tanta tensión”. Mi respuesta: “porque el personaje lo merece”.