El Bosque de los Zaragozanos se ha propuesto cambiar la imagen del entorno de la capital aragonesa, creando 1.200 hectáreas de nuevos espacios verdes. Además de ser una iniciativa que contribuirá a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y a la Agenda 2030, así como de otros beneficios complementarios, otra de las claves de este proyecto es su carácter colaborativo y de economía circular. De todo ello, habla la consejera de Servicios Públicos y Movilidad del Ayuntamiento de Zaragoza, Natalia Chueca.
¿Cómo y por qué surge el proyecto de El Bosque de los Zaragozanos?
Después de hacer un análisis de fortalezas y debilidades de Zaragoza, uno de nuestros puntos fuertes era que tiene un terreno municipal muy amplio. El segundo más amplio de toda España después de Cáceres. Esto nos dio la idea. Había una gran oportunidad de contribuir a los objetivos de desarrollo sostenible y a la Agenda 2030 y, sobre todo, lo más importante, a frenar el cambio climático, haciendo un proyecto de reverdecimiento y reforestación en torno a la ciudad de Zaragoza. Tenemos el espacio suficiente para plantar 700.000 árboles, uno por cada zaragozano. Esto supondrá crear unas 1.200 hectáreas de bosque, haciendo de Zaragoza un espacio verde frente al desierto que tenemos ahora.
¿Qué lo diferencia de otros proyectos de reforestación?
La posibilidad de hacer de esta iniciativa un proyecto de economía circular. El terreno que rodea Zaragoza es muy árido, pero la idea es mejorar la calidad de esos suelos con las toneladas de compost generadas del reciclaje de los residuos orgánicos de la ciudad. Y por tanto, no solo es un proyecto de reforestación participativo, sino que, además, es una iniciativa de economía circular, porque con la basura orgánica de los zaragozanos está contribuyendo a mejorar la calidad de los suelos y a acelerar el crecimiento de esos árboles.
¿Qué acogida está teniendo este Bosque de los Zaragozanos?
Está superando todas las expectativas. Nuestro objetivo es plantar 700.000 árboles en diez años, 1.200 hectáreas. Pero, ahora mismo, tenemos más demanda y más participación ciudadana de la que en estos primeros meses podemos abarcar. Y es que hay que respetar la temporada de plantación. No se puede plantar durante todo el año, sino que, por la climatología, hay que hacerlo en los meses de noviembre y diciembre y luego en los meses de enero, febrero, marzo y algo de abril. Y el interés en esta primera ventana de plantación que hemos abierto ha sido realmente impresionante. Muchos ciudadanos, empresas, instituciones, asociaciones y fundaciones han mostrado su deseo de participar. Y tenemos una gran acumulación de peticiones para poder dar salida en la próxima ventana de plantación, que será en febrero, marzo y principios de abril.
¿Qué acciones se han desarrollado para dar a conocer este proyecto?
La verdad es que la comunicación en este caso ha sido muy importante. Desde el propio ayuntamiento, se han hecho distintas presentaciones. Pero, sobre todo, desde la ciudadanía, gracias a la amplia acogida que ha tenido. En cada una de las actuaciones de plantación, tanto el ayuntamiento como Ecodes, hemos dado difusión en nuestras redes sociales. Pero también lo han hecho las empresas participantes en sus perfiles sociales, en sus webs,… Además, hemos tenido cobertura en los distintos medios locales y nacionales, que nos han dado visibilidad porque es un proyecto que gusta mucho y que encaja perfectamente con los ODS. Y, sobre todo, porque el Bosque de los Zaragozanos tiene ese punto diferencial de economía circular, reverdecimiento y participación.
En este sentido, hay que recordar que el Ayuntamiento de Zaragoza no es el protagonista, sino que solo es el impulsor. Nosotros estamos poniendo las bases y animando a la ciudadanía a que participe. Y más de 70 empresas y cientos de ciudadanos que han querido apadrinar un árbol se han sumado ya al proyecto. Y también los colegios. Al final, es un legado que las actuales generaciones estamos construyendo para las siguientes, que son las que lo van a disfrutar.
¿Qué aporta el Bosque de los Zaragozanos a la marca Zaragoza?
Zaragoza es una ciudad que, desde 2019, está reviviendo y resurgiendo, después de unos años en gris. Después de la Expo, la ciudad se quedó dormida y nosotros lo que hemos querido es volver a reivindicar los puntos fuertes, las fortalezas y las ventajas competitivas que tiene Zaragoza como ciudad. Y no solo es que tenga una gran calidad de vida, sino que también tiene una ubicación privilegiada y unas potencialidades, como son las energías sostenibles o todos los terrenos que tiene a su alrededor, que tenemos que activar y poner en valor. Este proyecto podría llevarse a cabo en cualquier otra ciudad, pero es el Bosque de los Zaragozanos el que es de reforestación, participativo y de economía circular. Unos puntos fuertes que son los que más han gustado en la Unión Europea y se han puesto de ejemplo para otras ciudades europeas.
¿En qué otros proyectos están trabajando desde su departamento para impulsar la marca Zaragoza?
Son muchos los proyectos que estamos haciendo. Sobre todo, en innovación. Llevo también la movilidad de la ciudad y un punto fuerte que tiene es que es una ciudad piloto. Es por eso que, en Zaragoza, estamos impulsando proyectos tan pioneros e innovadores, como el de movilidad aérea. En Zaragoza, hemos abierto el primer espacio de movilidad aérea, para poder testar y poder hacer todas las pruebas necesarias para la nueva legislación. Para que lo que va a ser el futuro sea una realidad.
También hay otras cuestiones más cercanas que nos están permitiendo que Zaragoza sea un banco de pruebas y que sea una ciudad que da la bienvenida a la innovación y a los distintos pilotos que hay en cuestión de movilidad: movilidad compartida, eléctrica, en hidrogeno… Muchos pilotos que nos están permitiendo sentar las bases para que Zaragoza sea el núcleo del futuro de la movilidad sostenible en Europa.
¿El futuro de las grandes ciudades se escribe en verde?
Totalmente. Si ya era una necesidad antes, por la necesidad de contribuir a frenar el cambio climático, a reverdecer las ciudades y a mejorar la calidad de vida, creo que la pandemia nos ha dejado claro que es una realidad. Y es que todos necesitamos estar expuestos en nuestro día a día al verde. Y eso contribuye a mejorar nuestra salud y nuestra calidad de vida.
Es una demanda social, que, quizás, hace cinco o seis años no era tan fuerte como lo es hoy en día. Y los que gestionamos las ciudades tenemos que saber leer esas nuevas necesidades de nuestros vecinos para poder darles respuesta. Por eso, desde Zaragoza, estamos impulsando la mejora y conservación de todas las zonas verdes. Tenemos un inmenso patrimonio verde que había estado abandonado en los últimos años por cuestiones ideológicas, sobre todo, y también presupuestarias. Sin embargo, desde nuestra llegada al Ayuntamiento, lo hemos estado impulsando, para, realmente, darles a los vecinos lo que demandan. Y no es otra cosa que calidad de vida y estar cerca de la naturaleza cada día, no solo los fines de semana o en vacaciones.
¿Cómo se posiciona la ciudad a nivel nacional e internacional en su apuesta verde y por la sostenibilidad?
Zaragoza está siendo pionera en proyectos de renaturalización de la ciudad y en apuesta verde. Tenemos la suerte de que tenemos un gran equipo en el Ayuntamiento que, además, hemos reforzado en estos dos últimos años. Esto nos está permitiendo ser un ejemplo, desde los propios pliegos de conservación, de todo lo que es el arbolado y de las zonas verdes de la ciudad, hasta los grandes proyectos, por los que se está apostando. Como el Bosque de los Zaragozanos o hacer de nuestros parques históricos zonas emblemáticas y que realmente sean espacios de encuentro de la ciudadanía en su día a día. No solo por ser zonas verdes, sino por las actividades y dinamismo que hay en su interior.
Con lo cual, creo que Zaragoza está viviendo un momento dorado y verde, en el sentido de que está siendo ejemplo y de que, realmente, nos están llamando de muchas ciudades para tomar un poco de referencia de los grandes proyectos que se están impulsando desde la ciudad.