Treinta años avalan la trayectoria de la presidenta de Atrevia, que comenzó su andadura en comunicación cuando, con 23 años y por casualidad-explica ella-, fundó Inforpress con su madre como socia. Tenían muy claro que querían crecer. Y, a la vista de los resultados, lo han conseguido, porque la agencia cuenta en la actualidad con un equipo de más de 350 profesionales y está presente en 16 países. Nuria Vilanova explica cómo ha sido el camino hasta llegar aquí.
Hace 30 años, la comunicación no se percibía como algo tan estratégico como ahora y, sin embargo, con 23 años, usted decide poner en marcha una agencia de comunicación. ¿Qué le impulsó a hacerlo?
Fue una oportunidad. Empecé a encontrar empresas. Unas necesitaban una revista. Otras, la organización de unas jornadas. Y otras querían empezar a salir en prensa. Y como no tenía nada que perder, decidí intentarlo. En este punto, siempre recuerdo que empezamos con tres miedos: no saber casi nada, no conocer a nadie y que nadie nos conocía. Y lo peor de esos miedos es que eran verdad. Sin embargo, los convertimos en una oportunidad. Desde entonces, nuestra obsesión ha sido investigar y escribir libros, para saber. También nos hemos esforzado en darnos a conocer: hemos creado observatorios, foros,… Y, además, hemos tratado de conocer a todo el mundo de cara a entender sus necesidades y anticipar lo que pasará en el área de Comunicación.
Empezaron usted y su madre. Pero, en la actualidad, cuentan con un equipo de más de 350 profesionales y están presentes en 16 países. ¿Cómo se llega hasta aquí?
Pasito a pasito. Como he comentado, una de las claves para avanzar es no tener miedo cuando hay una oportunidad. De hecho, esos miedos iniciales nuestros se han convertido en nuestros principales puntos fuertes: nuestra obsesión por el conocimiento, por el networking y por el posicionamiento. Todo el mundo tiene miedo. Lo importante es reconocerlo y convertirlo en la palanca de tu crecimiento.
Imagino que habrá habido dificultades. ¿Cuáles destacaría?
Yo creo que no aprendes si no hay un problema. Es muy difícil aprender en momentos de confort. Y como nosotros hemos vivido todo tipo de problemas, eso nos ha hecho crecer. La primera crisis grande la vivimos en el año 2000, ya que teníamos muchos clientes en un mismo sector: el de las ‘puntocom’ y tecnología. A partir de entonces, decidimos que nunca más trabajaríamos con tanta concentración y en un mismo sector. Con la crisis de 2008, aprendimos que no debíamos concentrarnos de forma tan fuerte en un mercado, ya que operábamos únicamente en España y Portugal. Fue entonces cuando decidimos dar el paso a la internacionalización. En este punto, recuerdo que a mis 23 años y medio, decidimos dar el salto de Barcelona a Madrid. Y si en Barcelona no conociamos a nadie, en Madrid menos. Sin embargo, la decisión fue no poner fronteras a la comunicación y empezar a hacer lo que los otros no hacían. Se trataba de buscar cuál era la puerta de atrás por la que podíamos entrar en las compañías. Así que empezamos desde cero con formación, con comunicación interna,…, Con prácticas que las empresas que estaban con cierto confort, dedicándose a la relación con los medios, no necesitaban hacer. Es decir, empezamos a hacer lo que otros no hacían.
¿Que los diferencien de la competencia?
Cuando nacimos nos llamábamos Inforpress, porque informábamos a la prensa. Y el nombre de Atrevia tampoco es casual, porque deriva del atrevimiento, de nuestro continuo inconformismo, de la necesidad de aprender, del pensar que si haces dos días lo mismo, te estás equivocando. En ese sentido, creo que esa sangre de eterno adolescente que quiere aprender y dejar huella es lo que nos caracteriza y nos diferencia.
Su último libro se titula «La esencia de la empresa familiar. Valores y comunicación«. Pero, ¿cómo trabajan la comunicación estas empresas?
Al final, lo que hace que las empresas se pongan las pilas es la necesidad. Y las empresas familiares se están dando cuenta, especialmente las grandes, que si quieren continuar, deben involucrar a generaciones diferentes. Tienen que alinear a la familia. Por eso, están empezando a darle importancia a la comunicación dentro de la familia, mientras que antes solo se le daba importancia al protocolo.
Asimismo, el hecho de que los empleados son conscientes de que un trabajo ya no siempre es para toda la vida, ha hecho que se rompa el antiguo contrato emocional entre trabajadores y empresa, con lo que hay que crear otro contrato emocional. Y para eso es imprescindible la comunicación interna. Tampoco hay que olvidar las relaciones con la sociedad y el mundo. Porque la sociedad ha demostrado que es capaz de enfadarse, de movilizarse y de castigar a las empresas con boicot a sus productos cuando no cree en ellas. Y todo eso ha puesto las pilas a las compañías para trabajar su comunicación.
¿Es clave una buena comunicación para el éxito de las empresas familiares?
La comunicación es fundamental. Y, además, la empresa es cada vez más consciente de esa necesidad. Y esto es lo que está provocando la aceleración del cambio.
¿Qué consejos daría a las empresas para mejorar su comunicación?
Comunicar es tener los ojos abiertos. Es entender lo que está pasando con los empleados, con los clientes y en la sociedad. En definitiva, estar conectado. Comunicar es escuchar y, después. dialogar.
Vivimos en la era de la infoxicación. ¿Qué estrategias puede poner en práctica una agencia de comunicación para combatir esa sobrecarga informativa?
Ayudar a las empresas a ser relevantes, por un lado, y a protegerlas, por otro.
¿Qué tipo de empresas acuden a Atrevia?
De todo tipo: de todos los sectores y todos los tamaños. Pero creo que todas ellas tienen una característica común: la ambición, la ambición de crecer, de hacer las cosas mejor y de dejar huella.