Padres e hijos periodistas. Pedro Luis y Alberto Gómez.

Si Málaga tiene un abanderado dentro del periodismo este es Pedro Luis Gómez. Siempre ha hecho bandera de su ciudad, y también desde un impecable ejercicio trinchera para ella. El Paraíso (1. Ciudad del. 2. Con P de Pedro y Periodista) lo es más gracias a su sueño de una ciudad genial con Picasso y la apuesta por ser referente turístico internacional.

Un maestro para los que ejercen el periodismo en la actualidad, » el profesor» para cientos de estudiantes a los que enseñó en la Facultad de Ciencias de la Información de Martiricos. Precisamente de las aulas por las que tanto luchó su padre acabaría pasando Alberto.

Y la verdad que «ni quería ni no quería, he dado a mis hijos libertad absoluta para estudiar lo que quisieran. Cuando Alberto me dijo que quería estudiar Periodismo me sorprendí y me alegré muchísimo porque seguía sus blogs y sabía lo bien que escribía aparte de su gran capacidad de análisis de las cosas, algo fundamental en un periodista». Y que fuese «fiel a sí mismo».

Pedro Luis Gómez con sus cuatro hijos. Solo Alberto se ha dedicado al Periodismo. Pedro Luis es informático, y Adrián y Álvaro estudian 
Garrido Moraga, otro ‘padre periodístico’

Alberto no llegó a coincidir con su padre en el encerado, un servidor sí. Incluso fue testigo de la despedida junto a su inolvidable Antonio Garrido Moragas (siempre presente). Entonces ya hablaba de la transformación tecnológica con el inolvidable manual «Goodbye Gutemberg». A toro pasado le preocupa la incidencia que tienen en el periodismo «las redes sociales nos han inundado nuestras vidas. Todo el que tiene un móvil se considera periodista o reportero gráfico en potencia, una barbaridad».

Con esto se queda con el periodismo de antes. «Además no hay grandes referentes. La volatilidad de los puestos de trabajo tienen gran culpa. Yo sabía los grandes referentes del Periodismo de mi época cuando tenia 30, 40 o 50 años, y eran abundantes, ahora la verdad apenas se cuentan con los dedos de una mano. Busca un José María Garcia, un Luis Del Olmo, un Iñaki Gabilondo o un Manuel Alcántara… ¡no los hay!», exclama con su estilo grandilocuente.

Alberto

Casi no le quedaba escapatoria a Alberto para dedicarse a las letras. Y lo hace por partida doble, como poeta y periodista. Es colaborador habitual de SUR, donde se ocupa de la redacción de contenidos desde 2009. Como su padre, es una persona generosa, y lo van a comprobar ahora mismo. Al preguntarle por lo que supone su padre como referente nos regala esta anécdota «que trasciende de lo profesional y que creo lo resume».

Todo ocurrió «durante una Feria de Málaga, cuando yo era adolescente, mi padre entró en una caseta con otros periodistas y varios, bastantes, políticos de todo signo. Supongo que era una especie de tradición: compartir un rato de distensión entre el tira y afloja del resto del año. El caso es que yo estaba allí con un par de amigos, a lo lejos, y me percaté de algo que me dio un chute de admiración: se hizo algo tarde, pasaban las diez de la noche, y mi padre, de entre todos los que estaban allí, fue el único que se acercó a las dos personas de seguridad que estaban trabajando para preguntarles: «¿Habéis cenado?». Ellos contestaron que no. A los cinco minutos tenían un plato con jamón, queso y pan. Me sentí profundamente orgulloso. Y ahora que lo pienso, quizá tiene más que ver con el periodismo de lo que parece: detectar las necesidades de los más vulnerables, de la gente invisible para el poder, y procurar que se cubran lo antes posible».

Enemigo de la nostalgia, mejor periodismo ahora

Genial. En cuanto a qué se queda de la época de su padre le resulta complicado destacar algo de una época «que no has vivido, y en general la nostalgia me parece un error. Sospecho que antes había una visión más romántica del periodismo: un montón de hombres y mujeres trabajando hasta la madrugada, fumando y bebiendo en las redacciones, donde pasaban más tiempo que en casa. Reconozco que tiene cierto atractivo, pero no lo cambio por el modelo de trabajo actual, tal vez menos apasionado pero más sano para la salud mental y la vida social y familiar de los periodistas».

Sobre si se hacía mejor periodismo ahora que antes, se declara «enemigo de la nostalgia, no todo pasado fue mejor». Aún así, «desde el punto de vista puramente informativo, creo que era positivo que las noticias pudiesen trabajarse con calma, aportando contexto, y eso no siempre es posible ahora, en plena era de la inmediatez, pero a la vez me parece un logro que las cosas se narren en tiempo real, y en cualquier caso siempre hay posibilidad de profundizar más tarde».

La digitalización ha supuesto una revolución para el periodismo, y desde luego tiene muchas más luces que sombras, aunque también las haya. Creo que se hace mejor periodismo ahora y confío en que dentro de cincuenta años se haga mejor periodismo todavía. Pero este oficio depende de quienes lo hacen, de su entrega y su compromiso para contar lo que ocurre con honestidad. Y por suerte siempre ha habido, hay y habrá gente dispuesta a hacerlo.

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