José Ramón Patterson (Gijón, 1958) es un referente del periodismo de calidad, libre e independiente. Formado en la redacción de periódicos La Nueva España, Asturias Diario y Región, se incorporó a RTVE en 1984 como redactor de Radio Cadena Española (RCE), de la que fue jefe regional de Informativos y Programas hasta su fusión con Radio Nacional de España. Desde entonces ha ejercido en la radio y la televisión públicas en responsabilidades como la corresponsalía diplomática de los Servicios Informativos de TVE (2000-2004), y editor de la Tercera Edición del Telediario (2004-2005) y del Canal 24 Horas (2005-2007). En junio de 2015 se hizo cargo de la corresponsalía de TVE en Bruselas, en la que permaneció hasta septiembre de 2020. En Mayo de 2021 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo en televisión, que otorgan la Asociación de Periodistas Europeos, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo por su «capacidad para explicar Europa en un momento crucial para su futuro».
Hace no demasiado tiempo que has pasado a la jubilación. ¿En tu caso se trata de un momento de júbilo; era algo deseado después de una muy larga trayectoria profesional?
Era algo muy deseado. El periodismo me ha dado muchas satisfacciones y he tenido la suerte de cerrar mi etapa laboral como corresponsal de TVE en Bruselas en un momento muy importante para la Unión Europea. Pero siempre he dicho que no dejaba de ser un trabajo, con sus momentos buenos y otros no tan buenos, como cualquier empleo. De haber podido elegir, me hubiera gustado ser rentista y ocupar todo mi tiempo con las cosas que me gustan. Y eso, después de 43 años de ejercer como periodista, es lo que hago ahora. De hecho, he anticipado mi jubilación dos años.
¿Cómo se puede aprovechar el talento senior? ¿Es necesario estar ahí para los que vienen detrás o puede verse como un estorbo?
Los jóvenes presionan para hacerse un hueco, y hacen bien, y la gente en edad provecta, como yo, somos un tapón y caros. El conocimiento, el talento y la experiencia se valoran cada vez menos por parte de las empresas. Yo aprendí poniendo atención en mis mayores, viendo lo que hacían. Pero, en el sector periodístico, ya no hay mayores en las redacciones de los medios de comunicación, y quienes se incorporan carecen de referentes
La tecnología ha cambiado la manera de ejercer el periodismo; soy muy pesimista
Los medios han sufrido cambios disruptivos en los últimos tiempos. ¿La mayoría a peor?
Soy muy pesimista. La tecnología ha cambiado la manera de ejercer el periodismo. Lo que prima es la inmediatez y los medios están obsesionados con las redes sociales cuando lo que debería importarles es el valor añadido que aportan, esto es, rigor, contexto, reflexión, etc. Y se nota en la calidad. Yo sí creo que la calidad vende, pero hay que apostar por ella y dedicar recursos para hacer las cosas bien.
¿Qué echas en falta de los medios actuales respecto a antaño?
Pues lo que decía, que no están cumpliendo bien su papel de ser, como decía mi profesor Martínez Albertos, los guardianes de la sociedad frente a las asechanzas del poder. Los medios nunca van a poder competir con Twitter, pero esa tampoco es su función. Su misión es contarle a la gente las cosas que le pasan a la gente, las cosas que de verdad importante, de manera comprensible. Y si tienes que escribir tres páginas al día, es imposible que tengas tiempo para hacerlo bien. También me sorprende que periodistas jóvenes estén cambiando de trabajo para ser jefes de prensa de partidos políticos, por ejemplo, un trabajo que no tiene nada de periodístico y sí mucho de propaganda.
El conocimiento, el talento y la experiencia se valoran cada vez menos en las empresas
¿Se ha convertido la política en algo banal? La pérdida de reputación parece no tener final. ¿Tienen los medios alguna responsabilidad?
Mucha. Los medios no dan noticias políticas; se limitan a reproducir declaraciones de unos y otros, que en realidad no pasan de ser meras peleas sin interés entre los propios políticos. Uno dice algo hoy, otro contesta mañana y así un día y otro. Eso banaliza la función e los políticos y llena de cosas banales los medios. En los informativos franceses, por ejemplo, apenas se dedican cinco o diez minutos a la política, y lo que se cuenta no son las riñas entre políticos.
¿Es Europa, informativamente, más o menos interesante que antes?
Siempre ha sido interesante, pero ahora se le presta más atención. No en vano, el 80 por ciento de la legislación española y la de los otros países son normas traspuestas de la Unión Europea. Lo que deciden los 27 en Bruselas nos acaba afectando a todos de una u otra manera. La UE ha pasado de seis estados miembros en su origen a 27, y lo que ocurre en uno de ellos tiene muchas consecuencias para los demás. Eso ha hecho que estemos mucho más pendientes de todo lo que pasa en el continente y de las decisiones que se adoptan.
¿Es necesaria más Europa?
Muy necesaria. Pero hay que hacerlo bien. La última ampliación de la UE hacia el Este fue, en mi opinión, muy apresurada y un error. Se abrió la puerta a países que cumplían con dificultad los criterios de adhesión y ahora estamos pagando las consecuencias. Lo que ocurre con Polonia y Hungría es una prueba de lo que digo. Aprovechando la implosión de la URSS, tanto la UE como la OTAN optaron por la expansión pensando que “mejor con nosotros que con ellos”. En aquel momento se debería haber apostado por la integración, esto es, por consolidar las políticas comunitarias y profundizar en la cohesión. Y no se hizo.
La última ampliación de la UE hacia el Este fue, en mi opinión, muy apresurada y un error
¿Qué redes sociales frecuentas? ¿Por qué una frente a otra?
Utilizo, por este orden, Twitter, Facebook e Instagram. Las uso para cosas distintas. En Twitter, donde tengo cerca de 28.000 seguidores, me desahogo, Facebook me permite estar en contacto con mucha gente a la que le tenía perdida la pista y saber de su día a día y en Instagram suelo publicar fotografías de los sitios que visito. La verdad es que me estoy cuestionando mucho la utilidad de algunas de ellas. Instagram, por ejemplo, es un muestrario de vanidades, y en Twitter no veo más que exabruptos de gente que se ampara en el anonimato.
¿En qué medios te informas?
Fundamentalmente la radio y la prensa. En mi casa se enciende la radio a las siete y media de la mañana y ya no se apaga. Y leer los periódicos sigue siendo un vicio, aunque sea para criticarlos. Antes, cuando viajaba, lo primero que hacía era comprar la prensa local, pero ya me estoy quitando, jajaja. La televisión, a la que dediqué unos cuantos años, me aporta poco o nada. También utilizo las alertas de los grandes medios, no sólo de los españoles, para tener un conocimiento inmediato de lo que publican.
¿Quién ha sido tu maestro/s en la profesión?
No soy de mitificar a nadie. Como dije antes, aprendí, fundamentalmente, viendo lo que hacían mis mayores, escuchándolos, leyéndolos… Empecé en la profesión en Asturias en un buen momento, con gente como Francisco Carantoña, Melchor Fernández, López del Valle, Julio Puente, Luis José Ávila, Daniel Serrano, Faustino Álvarez, Rafa Avello o Miguel Somovilla, y de todos aprendí algo.
¿Qué periodista actual te parece especialmente relevante?
Si tengo que quitarme la gorra ante alguien, quizá Javier del Pino. Me parece que hace un magnífico programa de radio en la SER.
Si subieras una imagen de Asturias a tu red social preferida, ¿Cuál sería?
Hay un rincón maravilloso que cada día me gusta más, la playa del Arenal de Morís, en Caravia. Azul, verde y monte, todo junto.
¿Con qué profesional de los medios te gustaría compartir mesa y mantel?
Cualquiera de los que mencioné antes.
¿Y dónde lo llevarías?
En Oviedo, a Casa Bango o a La Carta de Cimadevilla, que regentan dos amigos. Fuera de la ciudad, a Casa Belarmino, en Manzaneda, o Casa Niembro, en Asiegu, que tienen una carta para celiacos maravillosa.
¿Qué canción pedirías en una radio fórmula?
“Mi calle”, de Lone Star, o “In The Year 2525”, de Zager & Evans. Me recuerdan mucho a mi infancia en el barrio de “Les Mil Quinientes”, en Gijón.
¿Qué programa de televisión te marcó?
Sin ninguna duda, “Historias para no dormir”, de Chicho Ibáñez Serrador, y los ciclos de cine que dedicaba TVE en mi infancia a actores como James Stewart, Cary Grant, Gary Cooper, Bette Davis…
El programa de televisión que me marcó fue «Historias para no dormir», de Chicho Ibáñez Serrador
Recomienda un libro
Voy a recomendar tres; uno de mi querido y admirado Mario Benedetti, a quien tuve la oportunidad de entrevistar largamente en dos ocasiones, “Primavera con una esquina rota”. Otro de Vasco Pratolini, “Crónica de pobres amantes”, que se desarrolla en un callejón de Florencia al que no dejo de visitar cuando voy a la Toscana. Y el tercero, “Nadie nace en un cuerpo equivocado”, de José Errasti y Marino Pérez Álvarez, profesores en la Universidad de Oviedo, que ilustra muy bien sobre el debate en torno al proyecto de Ley Trans.