Si la calidad musical dejaba a la propuesta de España en una mala posición en la clasificación final logrando un discretísimo decimoséptimo lugar, en lo que a audiencias se refiere, los resultados de Eurovisión son otros. Más de cinco millones de telespectadores vieron el concurso en España en su emisión final. Los “eurofans” españoles, con un 40% de share, cumplieron con nota en su cita anual en la que la ilusión tan solo fue su alimento ya que la calidad de nuestra participación quedó una vez más en entredicho.
Pero España no es ajena a una tónica habitual que se extiende en toda Europa. Hablamos de 162 millones de telespectadores de la gala final del certamen los que accedieron a través de la señal de televisión lineal u online. El fenómeno por lo tanto funciona y goza de una magnifica salud. Los anunciantes lo saben y no dan la espalda a un tradicional producto donde su cuidada realización les lleva a considerarla como inversión rentable.
Pero es que los datos conocidos recientemente del certamen musical nos dejan una sorpresa no esperada. El grupo de edades donde el seguimiento es mayor está constituido por jóvenes de entre 15 y 24 años. De esa forma se va al traste aquella idea de que Eurovisión era un producto para viejos telespectadores. De eso nada, el relevo generacional es una realidad y ahora son los que compiten con las redes sociales quienes alientan a sus favoritos.
Así que en adelante habrá que hablar en dos órdenes de Eurovisión. Por un lado de la calidad y la apuesta musical que se ofrezca, y por otro como producto televisivo capaz de competir de tú a tú con cualquier otro formato. Quizás desde estos datos se puedan entender los patrocinios y las campañas comerciales y de marketing que se orquestan en torno a nuestros representantes.
No es todo malo, ya se ve. Lo que ocurre que siempre hay quien saca tajada de una inversión que tan poco fue tan exagerada si tenemos en cuenta los desmanes que RTVE viene haciendo en el capítulo inversor. Algo más de 650.000 euros fue la inversión del ente en esta pasada edición. No estamos tan mal que diría el ínclito presidente del FC Barcelona, Joan Laporta. Eso sí, quedamos los decimoséptimos.