- La rentabilidad de un canal de televisión no se debería medir sólo por las audiencias, tendría que revisarse la rentabilidad publicitaria que reporta.
Sin ningún pudor y sin inmutarse. Como si formase parte de la normalidad, el Gobierno catalán destina a TV3 más de 336 millones de euros en el ejercicio actual. Aumentando así en 52 millones de euros la inversión en relación al pasado ejercicio.
Todos sabemos que la televisión es un “hobby” muy caro y que para presentar un producto de calidad hacen falta medios. Pero semejante despliegue en estos tiempos se antoja cuando menos sonrojante. No tiene que utilizarse como ardid el share favorable que acompaña a la cadena para justificar el elevado presupuesto.
Las corporaciones de medios de comunicación autonómicos es verdad que disparan siempre con “pólvora del Rey”. Disponen de un dinero que sale de los contribuyentes y cuya eficacia queda muchas veces en entredicho por la utilización de la antena que se hace, especialmente en los informativos.
Plantillas de personal engordadas de cargos directivos e intermedios, muchas veces colocados o al menos sugeridos desde el gobierno de turno, realizan un trabajo de control más que la mera labor profesional que correspondería a su cargo. Cuando esas cantidades tan ingentes de dinero público se invierten con tanta alegría se espera algo más que una buena cuota de pantalla.
La rentabilidad de un canal de televisión no se debería medir sólo por las audiencias, tendría que revisarse la rentabilidad publicitaria que reporta. Es ahí, en las cuentas de resultados donde el castillo de naipes cae y deja al descubierto los pies de barro que soportan a la cadena. De momento el pelotazo confirma la continuidad en año electoral de los mismos modos y maneras.
