Si antes de empezar la legislatura en el Ayuntamiento de Huesca, Vox se empeña en meter la pata y mearse fuera del tiesto con tanto arrojo, mal empieza la cosa. Qué necesidad había para que el responsable de la formación Fermín Civiac se despachase tan a gusto al hablar de Periferias. No contento con intentar cercenar el futuro del certamen cultural fue más allá al definir, con la vehemencia de un recién llegado, al público que lo secunda.
No se anduvo por las ramas al afirmar que se trata de un evento para regar con fondos públicos a los “culturetas progres de la extrema izquierda, con alguna excepción”. Que poco fino la verdad anda este portavoz. No da un ejemplo de entender lo que supone gobernar para todos y no solo para los tuyos. Además es mucho subrogarse la atribución de ser su formación la que otorgue categoría de línea roja un evento que tiene un éxito contrastado y que lo secunda un determinado tipo de público. Hablamos de una cita cultural de primer orden que habla con una inmejorable opinión de Huesca y de su imagen al exterior. Esa imagen de ciudad a este portavoz se la “refanfinfla”, eso está claro. O no sabe qué imagen proyecta o peor aún, lo sabe y quiere torpedearla.
Apoyo al festival
El PP apoyó en su día el festival Periferias con Ana Alós en la alcaldía, y mucho tienen que cambiar las cosas para que no siga siendo así. Todo ello a pesar de esta salida de pata de banco de Vox que, si quiere estar en el gobierno, deberá empezar a templar gaitas y ser menos lenguaraz. De lo contario los líos llegarán para la alcaldesa “in pectore” Lorena Orduna un día sí y otro también, si es que al final se los tiene que tragar como socios de gobierno.
No todo vale para llegar. La imagen de una ciudad debe estar incluso por encima de Vox, aunque alguno de sus portavoces se siga creyendo el ombligo del mundo. Pobres diablos.