No es fácil entender la polémica suscitada por Podemos en relación a la cesión de espacios de publicidad gratuitos en RTVE para la campaña electoral más que desde la mala fe. No cabe otra explicación. Esa o un desconocimiento supino de una normativa que es más clara que el coral.
Unas horas antes de incendiar las redacciones de los medios haciéndose los ultrajados y llorando como plañideras por tanto deshonor, habían dado por bueno el acuerdo que se zanjó en la comisión de Radio y Televisión de la Junta Electoral Central. Ahí no dijeron ni pio. Calladitos hasta que alguien les alertó y montaron en cólera. Así hasta darse cuenta que el error no era tal y que la renuncia motu propio los dejaba fuera de esos espacios publicitarios gratuitos.
Un revuelo que no vale para nada. No vale aquí apalear al derecho a la información. La comisión de radio y televisión designada por la Junta Electoral presentó el miércoles pasado en una reunión preparatoria los tiempos asignados a los partidos políticos para spots electorales relacionados con las elecciones municipales del 28-M. En dicho encuentro se presentó un reparto de tiempos para los anuncios en función de los resultados de los comicios del 2019. El reparto no incluía ni reservaba espacio alguno a Podemos, cuya marca municipal hace cuatro años estaba diluida en diversas coaliciones por todo el territorio.
No lo quieren entender desde la formación morada y toca ofenderse, sobreponerse al error y pasar por caja si quieren tener espacios electorales. No hay otra salida.
En ocasiones posteriores, que llegaran antes de final de año, bien harían en estar atentos a la jugada y no dejarse aturdir por unas decisiones que en materia de publicidad en RTVE están más que claras. Ya se sabe que es desconocimiento de la norma no exime de su cumplimiento. Mal asunto para cacarear, lástima.