Servicio a los demás. Virtud en muchos. Desconocida -no profesada- en otros. Aunque seamos únicos y singulares no legitima algunos comportamientos y actitudes ante la vida. No somos los únicos. No somos tan especiales. Sin embargo, prima el yo y mis problemas. Nos preocupamos fundamentalmente por nosotros. En segundo lugar… de nosotros. Y si nos queda tiempo… de los nuestros. Casi nunca de los demás.
Esta situación tiene su reflejo en la sociedad, en la empresa, en nuestros gobernantes. Y siendo esta la raíz, nos encontramos con una consecuencia: la falta de liderazgo. No tenemos líderes. Ya lo sabíamos. No descubro nada nuevo.
Para ser un buen líder hace falta conocimientos académicos, aptitudes para ejercer un determinado cargo. Pero también actitudes que demuestren un trato personal de talla. Y ser honesto y no crear falsas expectativas y cumplir las promesas y ser seducir coherentemente y escuchar activamente y respetar a todos y saber pedir perdón si es necesario.
El líder debe conocer sus defectos. Y sus virtudes. Basar el éxito en el grupo dando su servicio a los demás. Implica saber decir no. Acabar con todo tipo de prejuicios. Con actitudes realistas y no tanto positivas o negativas. Siendo conocedor de su liderazgo. De su humilde liderazgo.
Conozco a pocos. Nos rodean pocos. Necesitamos a uno. Tal vez esté llegando. Escuchamos voces teñidas de desconfianza. Menos ruidos y gestos y más mensajes solventes de integridad.