Los periodistas y las organizaciones profesionales del sector estamos cansados de denunciar la precariedad que acecha al periodismo. Mucha gente piensa de manera equivocada que dicha precariedad afecta sólo a pequeños medios y sobre todo en provincias. Craso error. Esta lacra está presente en prácticamente todos los ámbitos de nuestra profesión y me atrevería a decir que es predominante. Las excepciones son los periodistas que cuentan con una remuneración justa y tienen a su disposición todos los recursos que les permiten desarrollar su ejercicio profesional de la mejor manera posible.
El último ejemplo de cómo el virus de la precariedad nos rodea por completo lo encontramos en la guerra de Ucrania. Los periodistas estamos para contar lo que sucede a nuestro alrededor. Nuestra misión es narrar a la ciudadanía aquellas noticias que consideramos de especial relevancia. Si la labor de los periodistas es importante en situaciones normales, imagínense en un conflicto bélico. En este escenario, más que nunca, es de vital importancia contar con reporteros en el lugar de los hechos. Es la única manera para que puedan contar lo que uno o ambos bandos no quieren que se cuente.
Es lamentable y preocupante que en las redes varios periodistas hayan clamado contra lo que es un atentado a la dignidad de nuestra profesión. Y es repugnante saber que hay medios que ofrecen a periodistas el hacerse cargo de sus viajes a Ucrania y, por ejemplo, una vez allí, pagarles 100 euros por crónica, eso sí, con la limitación de que sólo pueden enviar una a la semana. En resumen, 400 euros al mes para un profesional que pone en riesgo su vida para contar la barbarie de lo que está sucediendo. Este es un nuevo ejemplo del desolador panorama al que nos tenemos que enfrentar día tras día los periodistas. Es triste, pero desde hace ya mucho tiempo, el ejército de la precariedad ha invadido el territorio llamado periodismo.
