Por María José Andrade. Mujeres Valientes.
Sandra Mogollón es para mi Sally. La conocí en este año “raro y extraño” en el que la pandemia lo ha cambiado todo.
Ella era una de las alumnas que participaron en el Programa Áurea. Una iniciativa llevada a cabo por la Universidad de Sevilla, y subvencionada por el Instituto Andaluz de la Mujer, con el objetivo de que pudieran reconocer: “el emprendimiento como herramienta probada para el desarrollo de la creatividad y de las habilidades profesionales”; y en el que participó Mujeres Valientes junto a ANSEMAC (Asociación Andaluza de Mujeres Empresarias del sector medioambiental).
El programa se tuvo que adaptar a todos los inconvenientes derivados del Estado de Alarma pero no sufrió ninguna paralización. Y no solo no paró, sino que sirvió para que el 2020, año que muchos consideraron que la vida se había parado, fuera aprovechado por este grupo de mujeres emprendedoras que dieron un paso adelante para desarrollar proyectos, e ideas de negocio, que dieran respuestas a grandes retos a los que el ser humano se tiene que enfrentar.
Esa es una constante a través de los siglos y de las generaciones y es que las barreras son, en ocasiones, infranqueables. Pero también es cierto que se pueden convertir en grandes aliadas que servirán para encontrar oportunidades, que solucionen estos problemas que se nos plantean de manera inesperada.
Y eso es lo que hizo y sigue haciendo Sandra Mogollón, una de las que formaron parte del Programa Áurea. Dar respuestas, buscar soluciones, construir un proyecto emprendedor, y todo esto sin dejar de formarse, de aprender y de experimentar en medio de una situación que nos ha roto todos los esquemas.
Sandra Mogollón es de las que nunca se rinden. Es perseverante y ha hecho suya la frase de Jean Cocteau: “Lo consiguieron porque no sabían que era imposible”… ¡Y vaya si lo consiguió!.
Durante todo el Programa Áurea todas tuvieron que llevar a cabo un proyecto de emprendimiento, pero además debían hacer frente a un desafío que amenaza a las costas andaluzas.
Ese desafío era nada más y nada menos, que utilizar las algas invasoras (Rugulopteryx okamurae), que llegan a nuestras playas y que están provocando un auténtico problema medioambiental, hasta convertirlas en una oportunidad de desarrollo y generación de riqueza a través de su recolección, recuperación y uso.
Ese era el reto que ANSEMAC, (Medalla de Andalucía 2021 al Mérito Medioambiental), lanzó y que despertó en Sally Mogollón la intuición de que podría llevar a cabo un proyecto que, si al principio era llegar al concurso del Programa Áurea y conseguir una de las becas, pasó a ser una prioridad absoluta.
Meses de trabajo, de viajes hasta las playas andaluzas, mentorizaciones, horas de investigación, conversaciones con expertos, experimentación y mucho esfuerzo, dieron como resultado esa respuesta que todos esperaban; y es que Sandra Mogollón se empeño en demostrar que con este organismo se podía fabricar ladrillos, materiales de construcción y revestimientos ornamentales.
En el proceso de fabricación somete las algas a numerosas pruebas físicas para conseguir el resultado esperado (recolección, secado, mezcla). Todo un proceso que Sally Mogollón lleva a cabo para dejemos de ver las algas como una lacra y un residuo, y la consideremos una aliada de la que se puede obtener múltiples beneficios.
Para Sandra Mogollón el Programa Áurea ha supuesto un antes y un después, tanto en su vida personal como profesional. Ha descubierto su vocación emprendedora, sus ganas de seguir creciendo y aportando a Andalucía todo el talento que ni puede ni debe salir de nuestra tierra.
Ella, que llegó de Colombia hace más de trece años, ya se considera andaluza y por eso no deja lugar al desaliento buscando apoyos para seguir con sus investigaciones; y porque sabe que su proyecto, su trabajo y su unión y comunión con la naturaleza, la ayudarán a conseguir todo lo que se proponga.