Ya nos lo decía un poeta visionario como lo fue Borges. ¿Qué soñará el indescifrable futuro? Soñará que podremos hacer milagros y que no los haremos porque será más real imaginarlos… Soñará que el olvido y la memoria pueden ser actos voluntarios, no agresiones o dádivas del azar. La vida no es un sueño pero puede llegar a ser a un sueño… Alguien Volará. Los conjurados.
Dedicarse a la Comunicación en los tiempos actuales es perpetrar sueños. Pocas son las cosas que aún resisten como anclajes en los imaginarios sociales, económicos, políticos y humanos y necesitamos de sueños tanto como de agua que es vital para la vida. Los sueños son algo así como el último reducto de confianza y de esperanza, una Meca para peregrinar, un Sambala para resistirse joven, ingenuo y creativo cuando los embates de realidad, sucesos, procesos, agarrotan mentes, almas y cuerpo, pensamientos, sentimientos, emociones o sensaciones.
El viraje hacia lo emocional, en el sentido más extenso, hace tiempo que pasó de ser una intuición, una herramienta usada para la búsqueda del compromiso, a convertirse en el único camino y forma de llegar al fondo de casi todo. Si algo no conmueve, no mueve y, por lo tanto, ni convence ni vence ni vende. Pero tampoco todo vale. La autenticidad debe empaparlo todo y debe ir más allá de la percepción. El triple discurso (pensar-decir-hacer) de la coherencia gana enteros y si la conversación es la reina y el contenido el rey, la autenticidad es la legitimación de ambos.
Ante nosotros, un paisaje en el que sobrevuelan rumores, verdades a medias, mentiras con aspiraciones de verdad, un sinfín de cisnes negros que aparecen con recortada silueta con el impacto de lo altamente improbable y con la rotundidad de lo sucedido. Así, sin marcha atrás. Quizás, con unos segundos en la inmediatez y caducidad de la actividad en redes sociales dedicado al análisis de lo que pudo haber sido y no fue o de lo que no queríamos que ocurriese y ocurrió. Ejercer la Comunicación con responsabilidad, inmediatez y autenticidad está infravalorado, quizás, el mundo no esté preparado para que los que hablan y cuentan, callen, escuchen, analicen, reflexionen, compartan sus conocimientos para ser escuchados… Hoy, la Comunicación transciende las paredes de lo estratégico y lo meramente operativo y se refugia en la filosofía, echa mano de la ética y se legitima a golpe de métrica con la esperanza de que empresas, individuos, de que las sociedades de detengan un segundo a pensar y tomar con conciencia las decisiones, esas que escriben el futuro.